Rafael Torres.- Una rama de olivo

MADRID 3 Ene. (OTR/PRESS) -

La familia, como la geografía, puede ser física o política, pero en estas fechas se superponen los dos mapas y se duplica, en consecuencia, la confusión. Resulta, sin embargo, que esa confusión de la familia, bien en su modalidad sencilla o en la físico-política, es la más valorada por los españoles por encima de cualquiera otra confusión de la vida, de suerte que no se comprende la alarma de la jerarquía católica que cada dos por tres convoca a las masas episcopales a manifestarse en la madrileña plaza de Colón en denfensa de la familia, pues, en puridad, parece que ésta se va defendiendo bastante bien ella sola.

Tan sólido e inquebrantable es el sentimiento familiar entre nosotros, tan enigmático e indestructible ese primordial vínculo gregario, que pese a las broncas, los reproches, los malos rollos, los infartos, las depresiones nerviosas, los ictus, los mamporros, los insultos, las llantinas y los disgustos en el no siempre abrigado ni confortable ámbito familiar durante las fiestas del solsticio de invierno, el año próximo volverán a concurrir los mismos, con energía renovada y una rama de olvido en el pico, a los mismos escenarios familiares donde invariablemente se pasa tan regular.

Tranquílicense, pues, las jerarquías eclesiales: la familia no está en peligro. Sus miembros, a menudo, sí, pero de las radiaciones a que han estado expuestos sólo llevan el cómputo los psiquiatras, los jueces y los médicos nutricionistas que han de tratar las delirantes ingestas producidas por la ansiedad, de modo que todos esos sanitarios retirarán los cadáveres del campo de batalla, remendarán a los heridos y recompondrán el atrezzo para que aguardemos el próximo aquelarre familiar de Zugarramurdi con la misma e inveterada ilusión.

Lamentablemente, la gran familia humana, toda ella física y política, no goza de tan buena salud, ni es la más valorada por casi nadie. En su defensa nadie sale a la plaza de Colón con una rama de olivo, que no de olvido, en memoria y reivindicación de la justicia y la paz.

Rafael Torres.