MADRID 23 Sep. (OTR/PRESS) -
El presidente de Cantabria, señor Revilla, puede y debe condolerse por el muerto y los heridos de la acción criminal de ETA en Santoña, y puede y debe, desde luego, execrar la vesanía de la banda que caba de dejar su rastro de sangre en territorio de su jurisdicción, pero lo que no puede ni debe hacer el señor Revilla, salvo que desee incurrir en una grave irresponsabilidad política, es relacionar a Ibarretxe, su homólogo vasco, con el atentado.
¿A qué viene aludir a la "ambigüedad" del Lehendakari ante la violencia de ETA, máxime cuando pocas horas antes de estallar el artefacto de Santoña, la banda había atentado en Ondarroa contra la Ertzaintza, la policía de Ibarretxe, con el propósito de perpetrar una matanza de ertzainas? La única coincidencia entre Ibarretxe y los pistoleros de ETA, debería de saberlo Revilla, es que uno y otros son vascos, pero si se arguye, no sin alguna razón, que existe entrambos una coincidencia más, la de que son independentistas, a ello podría oponerse que esa coincidencia les diferencia más que los une, pues mientras ETA busca la independencia salvajemente, a tiros, con desprecio absoluto de las vidas y de la voluntad del prójimo, el Lehedakari la busca mediante la política y sumiso a los procedimientos democráticos, por mucho que el Estado no le deje y alimente, así, el victimismo y hasta el martirologio.
Si lo que se pretende, cual perece, es aprovechar el desquiciamiento etarra para seguir criminalizando y demonizando el nacionalismo democrático vasco, Revilla parece dispuesto, en su simplicidad, a liderar desde el populismo esa estrategia deplorable. ¿Qué idea de la democracia, de la política y de la libertad tiene el señor Revilla, que no entiende que esas tres cosas facultan y amparan a Ibarretexe, y a quienes lo votan, para creer en lo que les de la gana, sin que por ello les llamen ambiguos y conniventes?
Rafael Torres.