MADRID 5 Nov. (OTR/PRESS) -
Rosa Díez, la pintoresca fundadora y líder carismática de UPyD, dice que le suscita curiosidad saber qué quieren ser los del PSOE de mayores, en alusión a la Conferencia Política que su expartido celebrará el próximo fin de semana. Díez, que supo qué quería ser de mayor sólo cuando ya era mayor, lideresa o suma sacerdotisa de un partido bisagra, ecléctico y bastante magenta, dedica esa pequeña maldad a los que no le dejaron saber antes qué quería ser de mayor definitivamente, haciéndole perder el tiempo queriendo ser una cosa para la que en el PSOE siempre hubo mucha demanda, jefa, incluso ahora.
Sin embargo, y sin que sirva de precedente, es muy probable que Rosa Díez lleve algo de razón respecto a esa especie de inmadurez congénita del PSOE que le lleva a dar toda clase de tumbos y a no saber qué hacer de su cuerpo, como los adolescentes. Ahora bien, esa inmadurez, esa puerilidad casi, no es sino el inevitable producto de algo que le es consustancial: el ocasionalismo.
Como los niños, lo quiere todo, y cuando sea mayor, también. Así, si históricamente lo mismo colaboró con la Dictadura de Primo de Rivera que abrazó y defendió la II República Española que acabó con ella, bueno, con los residuos que de ella conservaba la Monarquía de Alfonso XIII, en la actualidad persevera en esa ambigüedad que, en el fondo, no es sino el deseo imposible de estar a la vez en sitios distintos: es catalanista y españolista, monárquico y republicano, de derechas y de izquierdas, socialista y capitalista, del Barça y del Madrid...
¿Averiguará el PSOE qué quiere ser de mayor, es decir, una sola cosa, en su Conferencia Política del próximo fin de semana? Pero, ¿quiere ser mayor? Desde su lógica, en Cataluña se postula para pintar algo en el caso de una hipotética independencia, en tanto que en el resto del territorio va de unidad de destino en lo universal, aunque, eso sí, con unas gotas de Chanel federal. Desde la misma lógica ocasionalista, le da un poco al republicanismo por si sonara la flauta, en tanto actúa como el principal baluarte, como el más firme sostenedor, de la Monarquía juancarlista.
Y así todo. ¿Quiere cambiar? ¿Querrá hacerse mayor? ¿Querrá ser algo concreto y unívoco cuando lo sea? Si fuera por personas de reconocido fuste y congruencia como Odón Elorza, qué duda cabe de que daría el estirón, pero esas personas carecen de voz y de voto en esa Conferencia y en el partido en general.