Ramón Pi.- Desde la libertad.- Debates censurados

MADRID 8 Feb. (OTR/PRESS) -

Vivimos tiempos de dictadura sobre las palabras, y de creación de tabúes de los que no se debe hablar. Eso ocurre en varios terrenos del debate que no se quiere que sea público, como sobre el aborto provocado: todos saben que el aborto consiste en dar muerte a un hijo en el seno de su madre, y que no puede consistir en otra cosa, pues si no se hace nada y se deja a la naturaleza seguir su curso, el hijo acaba naciendo cuanto le toca nacer. Pero como el aborto es un jugoso negocio para unos cuantos matarifes sin escrúpulos amigos del Gobierno, se han inventado eso de que matar a criaturas indefensas es progresista, ya que no cuela lo del montón de células más que para engañar a pobres adolescentes ignorantes y solas.

Algo semejante sucede con la inmigración, que es asunto que empieza a correr el riesgo de convertirse en materia censurada: todo el que cometa la incorrección de no proclamar que los inmigrantes son unos seres maravillosos a los que debemos nuestra prosperidad y nuestro bienestar, será acusado de racista y de xenófobo. Todos saben que eso es mentira, pero muy pocos se atreven a denunciarla, y a denunciar a los que ejercer una presión intolerable para lograr que de eso no se hable en público.

La monserga del cambio climático y el calentamiento global es de menor entidad, pero constituye otro sacacuartos importante. Menos mal que, en este campo, las reacciones son algo más vivaces, pero eso es porque las majaderías sobre el calentamiento global son demasiado evidentes, como las tonterías que las autoridades obligan a poner en las cajetillas de tabaco.

Necesitamos espíritus libres que no se callen ante la estupidez entronizada. De lo contrario, acabaremos por ver cómo los viejecitos piden que los eutanasien por lo caros que les salen a la Seguridad Social.

Ramón Pi.