Actualizado 22/02/2008 01:00

Rosa Villacastín.- El abanico.- Cara y cruz de la baronesa Thyssen

MADRID 22 Feb. (OTR/PRESS) -

Cuentan Teo Lozano y Goya Ruiz, en su biografía sobre Carmen Cervera, la utilización que ha hecho la baronesa Thyssen de la prensa del corazón cada vez que ha tenido que solventar sus problemas con terceros. Un dato a tener muy en cuenta si queremos entender la guerra sin cuartel que mantiene con su nuera Blanca Cuesta y de rebote con su hijo Borja, desde que estos decidieron pasar por el juzgado.

Que las discrepancias se hayan ventilado en público, a través de los medios de comunicación, es algo que ha sorprendido en aquellos círculos donde impera la discreción y las buenas maneras. No tanto entre quiénes sabíamos de la trayectoria de una mujer que ha tenido el gran mérito de reinventarse así misma, ocultando datos de su biografía que teniendo importancia, no quitan ni ponen reina, sólo dejan al descubierto las artimañas que utilizó para alcanzar fama y dinero. Nada que no hayan hecho millones de personas desde que el mundo es mundo.

Aún así, no sé cómo habrá acogido Tita esta biografía que deja al descubierto sus secretos más íntimos, tanto amorosos como familiares, sus heridas, sus triunfos, así como el poder que sobre ella ejerció su madre. Una mujer de rompe y rasga, a quién tuve oportunidad de conocer en Marbella, y que fue la verdadera artífice de todo cuanto de bueno y de malo ocurrió en la vida de la actual baronesa.

Para muchos la vida de Carmen Cervera, esta salpicada de caminos tortuosos, de decisiones equivocadas, de amores que a punto estuvieron de sepultarla, y de hombres que la encumbraron a lo más alto, por su belleza y su simpatía. Dotes que ella supo utilizar en beneficio propio como pocas mujeres lo han hecho.

De ahí lo absurdo que resulta el enfrentamiento que mantiene con el niño de sus ojos y con la mujer de este. Absurdo porque tiene todas las de perder, cómo perdieron los hijos del barón cuando se enfrentaron a su padre porque estaban convencidos de que Tita, les estaba usurpando una buena parte de su inmensa fortuna. Un duelo a muerte que se saldó con una victoria pírrica para ambas partes, y que les costó una sangría de millones, que se embolsaron el ejército de abogados que defendían a una y otra parte. Hay quién dice que en esa batalla el que más sufrió fue el barón Thyssen, al ver como sus asuntos más íntimos se ventilaban a través de la prensa, pero sobre todo de la rosa. Nunca culpó a su mujer de ello porque la amaba y necesitaba demasiado para hacerlo, y porque Carmen fue la única que le dio un hogar y hizo feliz.

Con estas mimbres -donde se utilizaron armas del más bajo calibre, ya que los hijos del barón encargaron un dossier para saber si su mujer le estaba siendo infiel-, lo lógico sería que Carmen, Blanca y Borja, hicieran las paces, que no hubiera ni vencedores ni vencidos, que tratara de encauzar la vida de su hijo, sin que este tuviera que renunciar a Blanca. Lo dice el refrán: pueden más dos tetas que dos carretas*.Algo que sabe muy bien Carmen Cervera.

Rosa Villacastín.

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