Actualizado 11/01/2008 01:00

Rosa Villacastín.- El abanico.- El Príncipe de Asturias hace camino al andar

MADRID 11 Ene. (OTR/PRESS) -

Las elogiosas palabras del Príncipe de Asturias, en la cena que tuvo lugar el miércoles por la noche en el Palacio de El Pardo, causaron un cierto revuelo entre los más de 450 invitados, porque no estaba previsto que el hijo hablara del "patrón", como suelen llamar al Rey Juan Carlos, en la intimidad de su hogar.

Fueron palabras de cariño y admiración hacia quien un día tendrá que pasarle el bastón de mando, que ha sido el espejo en el que Don Felipe se ha mirado desde el momento mismo de nacer, no para hacer lo mismo que el padre -ya se sabe que segundas partes nunca fueron buenas-, sino para seguir trabajando y perfilando, su propia agenda y estilo.

Dentro de unos días el Príncipe cumplirá 40 años, y sigue siendo, creo, un gran desconocido, no por culpa suya, sino por la personalidad del propio Rey, que acapara -posiblemente sin desearlo-, toda la atención de los medios, la clase política y de los ciudadanos. Y sin embargo, es necesario que la imagen del Príncipe salga reforzada de esta pequeña crisis que ha sufrido la institución monárquica en los últimos meses, aperitivo de lo que posiblemente ocurra en un futuro. Un futuro que le tocará gestionar a él.

La pregunta que nos hacemos en estos momentos es si está o no preparado el Heredero para suceder al Rey. La respuesta de quienes le conocen bien, es que sí, que está preparado, quizá mucho mejor preparado en términos académicos y sociales, de lo que estuvo su padre, pero le falta el carisma de éste para ganarse a la gente.

Recuerdo que en una ocasión le dije al Príncipe que tenía un problema, un grave problema. Me miró sorprendido y me preguntó cuál era: "La altura, señor, la altura ". No puedo describir su cara, de ahí que tuviera que ampliar mi respuesta: "Ser tan alto como usted, le impide mirar cara a cara a la gente y eso, permítame que le insista, crea distancia e incomodidad entre quienes le escuchan". El se quedó pensando y sonrió, yo a su lado parecía la hermana pequeña de los enanitos de Blancanieves.

Al Príncipe el matrimonio le ha beneficiado en muchos aspectos. No tiene que buscar entre la larga lista de candidatas a su mano, porque ya ha elegido y conquistado a la mujer que le acompañará en lo que espero sea un largo recorrido, tanto personal como profesional. Es más, creo que su unión con Doña Letizia le ha beneficiado porque le ha enseñado que hay otra vida más allá del Palacio de la Zarzuela o de Marivent. Una vida llena de dificultades, de penas y alegrías. De ahí lo importante que es para el Príncipe que visite a sus suegros con frecuencia, coma o cene con gente que no forma parte de su círculo de amigos habituales, que sepa de primera mano lo que estos piensan (abogados, periodistas, gente como usted y como yo) de la carestía de la vida, de la subida de las hipotecas, del alto precio de las guarderías.

No sería bueno que el Príncipe se eternizase en su actual situación laboral. El Rey en el brindis de la cena de su 70 cumpleaños dejó entrever que no piensa en abdicar y manifestó su "renovada determinación" de seguir trabajando como Rey al servicio de los españoles. Pero tampoco, insisto, podemos eternizar la situación. Porque al Príncipe podría ocurrirle lo que al Príncipe Carlos, quien a sus cincuenta y pico de años, sigue preparándose para ocupar un puesto que quizá ocupe su hijo antes que él.

Rosa Villacastín.

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