Actualizado 28/11/2008 01:00

Rosa Villacastín.- Isabel Preysler y Nati Abascal, dos iconos

MADRID 28 Nov. (OTR/PRESS) -

En la fiesta de los joyeros bilbaínos Emiliano y Benito Suárez, que tuvo lugar en el Hotel Urban de Madrid, los periodistas tuvimos oportunidad de comparar a jóvenes bellezas -Mar Saura, Blanca Martínez de Irujo, ex de Francisco Ribera Ordoñez o Martina Klein-, con otras más maduras pero con un carisma especial, que los años no han logrado borrar. Me estoy refiriendo a Nati Abascal e Isabel Preysler. Dos mujeres que siguen levantando pasiones allí por donde van, no sólo por su elegancia, también por su simpatía y porque a día de hoy, ninguna de cuantas han intentado competir con ellas han podido destronarlas, por más que lo han intentado.

Y es que el prestigio en todos los campos de la vida, sólo se consigue si no desvaneces cuando se presentan las dificultades. Isabel, aunque muchos no lo crear al verla siempre tan peripuesta, ha pasado por momentos difíciles, como cuando permitió que le hicieran una entrevista en su casa de Puerta de Hierro, recién casada con Miguel Boyer, una de las cabezas más brillantes de la economía por aquellos años. Una oportunidad de oro para aquellos que esperaban un traspiés de la pareja, sobre todo del ex ministro socialista para zurrarle la badana por hacer ostentación de una mansión que el tiempo demostró que no era ni la más lujosa ni la más cara.

Pero de todos estos trances Isabel ha salido airosa y fortalecida. ¿Por qué? Se preguntarán muchos de ustedes. Porque tiene algo difícil de conseguir en los institutos de belleza o en las boutiques de moda. Tiene eso que Carlos Herrera llama "misterio", que han perdido las "celebritys", de nuevo cuño, en su afán por estar siempre en el candelero.

Isabel es hoy es una mujer que disfruta de un matrimonio estable, de unos hijos que convierten en oro lo que tocan, y que es querida y respetada, incluso por aquellos que un día dijeron pestes de ella. El tiempo le ha dado la razón.

Nati es un espécimen difícil de calificar para quiénes sólo la conozcan por las revistas o por las fiestas. Es una mujer que supo sacar fuerzas de flaqueza cuando su marido, el desaparecido Duque de Feria, protagonizó un escándalo que puso la vida de ella y sus hijos, patas arriba, en el ojo del huracán. Dicen que es en esos duros momentos cuando la gente da la tallo o se hunde. Nati la dio, vaya si la dio. Haciendo oídos sordos a los cantos de sirena, cogió a sus hijos y se los llevó a estudiar a Estados Unidos. No quería que les salpicara el escándalo, que vivieran avergonzados por un pecado que no habían cometido. Después se puso a trabajar duro en "Hola" haciendo lo que mejor sabe hacer: ella se encarga del estilismo de todas las superproducciones de la revista de Eduardo Sánchez Junco, lo que la obliga a desayunar en Madrid y merendar en Nueva York, o en Paris, apenas si le da tiempo a cambiar de maleta, pero está contenta porque no depende de nadie, más que de su trabajo, y la gente no sólo le reconoce su profesionalidad sino que le quieren porque es de esas personas buenas que se hacen querer.

Nati, ha tenido la suerte de que sus hijos Luis y Rafael se hayan convertido en dos flamantes empresarios, e iconos de una juventud que viene arrollando en la moda, en el cine, en el teatro y a los que hay que dar paso sin que ello suponga la retirada de gente valiosa que está ahí, por méritos y porque se lo han ganado a pulso.

Rosa Villacastín.

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