Poner puertas al mar

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 22 mayo 2007 15:55

La vicepresidenta del Gobierno lo advirtió al viernes: los inmigrantes del África subsahariana van a seguir llegando y las próximas semanas las avalanchas pueden ser peores que las de hace días. No hace falta ser el oráculo de Delfos para intuir que el buen tiempo, las calmas en el Atlántico y la "especialización" de las mafias hace este fenómeno imparable. Si además, una vez en Canarias, cada vez hay más problemas para la repatriación, sobre todo con Senegal, los argumentos disuasorios son escasos.

Hace unos meses se dijo que este país estaba a las puertas de un proceso electoral y su gobierno, que tanto dinero ha recibido en ayudas de España, no quería correr el riesgo de no renovar mandato ante la indignación que producen las repatriaciones. Pero las elecciones se celebraron ya y nada ha cambiado. Los aviones españoles que repatrían senegaleses lo hacen de tapadillo, sin que nadie se entere y en aeropuertos lejanos a la capital Dakar, pero el número de los que vuelven es inferior al de los que se quedan. Por eso hay jóvenes que lo han intentado tres veces, que han sobrevivido a las penurias y que reconocen que, como sus amigos lo han logrado, ellos probarán de nuevo.

Nadie cuenta en Senegal, ni en Ghana, ni en Costa de Marfil que en las últimas pateras llegaron varios cadáveres, que otros fueron arrojados por la borda por sus propios compañeros y que, una vez en España, todavía les puede tocar el cupo del avión de vuelta. No hay campañas para advertir del riesgo, no hay vallas con las caras de los muertos, nadie habla de ellos y a los repatriados les da tanta vergüenza haber fallado y gastado los ahorros familiares que procuran quedarse en casa hasta que surge la siguiente oportunidad.

Por si esto fuera poco un reducido grupo de los 'náufragos' del MarineII, ese barco negrero que Mauritania no dejaba atracar y que España rescató cuando estaba a la deriva, siguen todavía en un hangar de la capital mauritana, vigilados por policías españoles, en condiciones deplorables e inhumanas. Pese a todo se niegan a aceptar el viaje de vuelta a Cachemira y las organizaciones humanitarias presionan a Madrid para que los admita o los deje salir. ¿Salir a dónde? ¿Al mar? Es Mauritania quien no les deja traspasar la puerta del hangar y el Gobierno español teme que si les concede asilo el mensaje sea que quien resiste gana.

Se ha dicho hasta la saciedad, pero ahora, al comienzo de la 'temporada de los cayucos', hay que volver a repetir que mientras la Unión Europea no asuma el problema como propio y destine los fondos necesarios de ayuda al desarrollo para los países origen de la inmigración, va a ser imposible solucionar este gravísimo problema. Y es imposible que sin esa ayuda España sola le ponga puertas al mar.

Victoria Lafora.

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