Los inmigrantes musulmanes en España están encantados de vivir aquí. Son más monárquicos que el diario ABC, confían en la Justicia más que los jueces, y respetan a los diputados del Congreso más de lo que sus señorías hubieran sospechado.
Al menos esos son los datos que se desprenden de un estudio realizado a pachas por los ministerios de Justicia, Interior y Trabajo. Bien es verdad que la encuesta se ha realizado solo a dos mil musulmanes de los que el veinte por ciento eran ilegales. La corrección política de sus respuestas puede tener mucho que ver con el miedo a la expulsión y el afán de agradar a los posibles empleadores.
Aseguran haberse adaptado a la vida española y no haber encontrado dificultades para practicar su religión y solo el cinco por ciento se consideran próximos a grupos integristas.
Este idílico panorama choca con la realidad de su vida cotidiana. Ocho de cada diez aseguran defender la igualdad de hombres y mujeres, pero exigen que sus hijas lleven el velo al colegio y amenazan con enviarlas a su país de origen para que reciban una enseñanza acorde con su papel en la sociedad musulmana.
Por tanto, sus respuestas tienen mucho de verdades a medias y poco que ver con la situación de islamofobia en la que viven, denunciada por ONG antirracistas. El rechazo hacia la comunidad marroquí, la más numerosa, no se incrementó con el atentado del 11-M, pero crece incluso entre los escolares que prefieren, ahora, compartir aulas con los gitanos antes de con los vecinos del sur.
La conclusión solo puede ser una: o bien los encuestados no se han topado con vecinos xenófobos o quieren dar una imagen de todo va bien para evitarse problemas, Y así se intentó vender ayer por los ministros que presentaron el informe y que reclamaron romper, con estos datos, la imagen distorsionada que la sociedad española tiene ante la inmigración musulmana.
El mas de un millón de ciudadanos de esta religión que viven en España reclama más mezquitas y que se imparta su religión en las escuelas, derechos que no se cumplen para no calentar más el rechazo (y solo hay que recordar la polémica en torno al uso de la mezquita de Córdoba) por lo que, diga lo que diga el informe, la convivencia en el día a día no es tan bonita como la pintan.
Victoria Lafora.