MADRID 4 Ene. (OTR/PRESS) -
El año terminó con un estrépito de zambomba emitido en la T4, por un Renault, dos veces campeón del mundo, y por la apertura de una trampilla que enviaba a Sadam Hussein al infierno con el abrigo puesto. Pocos cambios por lo demás. TVE, que celebró sus cincuenta años expulsando a todo su personal de más de cincuenta años, rememoró las verdades esenciales que agrupan a todos los partidos: Raphael, los Morancos, Ramón García y así. Entrando 2007, año con rima como casi todos en nuestra amada España, retransmitieron desde Viena un concierto de Strauss, gran vencedor de Operación Triunfo en versión clásica y rancia. Kostelanez, un crítico musical que tuvo su aquel en los años setenta del siglo pasado, escribió que oír con repetición a Beethoven resultaba tan placentero como masticar varias veces la misma hamburguesa. Pues imaginen al recalcitrante Strauss en la era de Burger King.
Si los españoles fuéramos capaces de ampliar horizontes, olvidando por un segundo que el personaje más popular de aquí es un Julián Muñoz sin estudios que se echa brillantina en el talego, nos fijaríamos en otros temas que han marcado 2006. El más decisivo debería ser, o no, la aceptación oficial del calentamiento de la atmósfera, que nos hace confiar en que, dentro de veinte o treinta años, se comiencen a tomar medidas al respecto. En el manido terreno de los poderes terrenales, 2006 ha significado la irrupción escénica de China. ¿Será más beneficiosa que la de Estados Unidos? El juicio sobre China se apoya en elementos crudísimos de capacidad económica y mangoneo imperial. A Estados Unidos, sin embargo, le echamos en cara su cariz belicoso, inmoral, torturador e insolente, matices de lujo que no nos permitimos con el estado amarillo.
Como el cambio de año coincide con Navidad, Israel y la Palestina del Niño Jesús han estado en el centro de todo. Pese a débiles signos de distensión, palestinos y judíos han hecho lo que han podido para cumplir con el respetable mandamiento básico que ordena "Mataos los unos a los otros". Por lo demás, la influencia del estado de Israel se ha desplomado paralelamente al desplome del patrón americano. Estados Unidos apoyó una extraña campaña del Líbano para ensayar la ofensiva general contra Irán, apunta Gordon Thomas en su reciente bestseller sobre el Mosad). A Estados Unidos y a Israel habría que concederles el Nobel que se otorga a los que piensan con los pies. Han afianzado el terrorismo, han unido a suníes y chiítas, han anulado a Irak como poder y han dejado campo libre a Irán con la cantidad de locos que hay suelta. Es difícil hacerlo mejor.
Volviendo a España, bastantes energúmenos han tratado de eliminar los signos religiosos de la festividad de estos días. La culpa no es toda suya, pero, a pesar de Rouco Varela y sus adláteres, secularmente insoportables y maleducados, los laicos deben reconocer que el "Adeste fideles", que convirtió a Paul Claudel, sigue siendo, aunque lo cante Raphael, una obra maestra absoluta. El tema religioso, en sus peores vertientes, ha sido otro de las claves del año que se va. Para celebrar la Navidad, el obispo de Córdoba ha rechazado tajantemente a los musulmanes el uso compartido de la mezquita, que, si es espléndida, es porque fue musulmana. Los obispos, que tanto hacen para hacer odioso a Dios, prefieren rezar solos.
Agustín Jiménez.