Publicado 07/10/2025 08:01

Antonio Casado.- Corrupción, por sistema

MADRID 7 Oct. (OTR/PRESS) -

Y ahora, el PSOE. Vuelve el culebrón de los sobres en negro que tanto se parece al que planeó sobre el PP con la etiqueta del tal Bárcenas. Lo hemos sabido por unos informes policiales. Desvelan que el ex todopoderoso del tinglado sanchista y su asistente (Ábalos y Koldo) tiraban de una caja B para sus gastos, los confesables y los inconfesables, sin dejar constancia documental de los mismos.

Es lo que viene a llamarse dinero negro, no expuesto a los organismos oficiales de control, precisamente porque estos no disponían de ningún soporte documental en su tarea fiscalizadora. Que era dinero inconfesable lo demuestra el lenguaje utilizado por los primeros actores del culebrón, ambos empapelados judicialmente (tienen cita con el juez los días 15 y 16 de este mes) a la espera de sentarse en el banquillo.

Si al dinero lo llamaban "folios" y a los billetes, "lechugas" o "chistorras", según el valor, es evidente que era inconfesable. El axioma está servido: si ya el destino del era en negro la procedencia tenía que ser necesariamente en negro, salvo que en Ferraz hubiera una fábrica clandestina de moneda. De no ser así, ese dinero tendría que proceder de una cuenta bancaria o de cualquier otro ingreso, aun en efectivo, pero debidamente documentado y, en todo caso, "a justificar". Pero ¿cómo documentar, por ejemplo, gastos en sexo recreativo u otras francachelas, si la procedencia de este también era inconfesable?

Lo cual nos pone en la pista del supuesto de financiación ilegal del PSOE (atentos al inexplorado caso de los hidrocarburos venezolanos que cursa mediática y políticamente en torno a los nombres de Aldama, Rodríguez Zapatero, Ábalos y "K" de Koldo), y que ha sido utilizado por el sindicato de socorristas de Sánchez como punto de no retorno para el desguace del llamado pacto de investidura.

Desalentador. Todo lo que gira en torno al objetivo de acabar con la corrupción en la vida política es muy desalentador, si tenemos en cuenta que Sánchez ascendió al poder por la corrupción del adversario y ahora va a caer por la corrupción propia. Lo ha escrito en línea editorial el medio más próximo a este Gobierno, al referirse a los casos de corrupción que acorralan al todavía presidente. A saber: "Echan por tierra la promesa de regeneración que Sánchez llevó a la Moncloa".

Como si en este país la corrupción fuera el pecado recurrente del poder político de no importa qué hemisferio ideológico, el derecho o el izquierdo. Y en este punto es inevitable volver al pensamiento de Lucas Mallada y la vigencia del capítulo dedicado a la "inmoralidad en la vida pública", dentro de un estudio más amplio sobre "Los males de la patria". Busquen y relean a Mallada, antes de preguntarse por qué el mal de la corrupción es un pecado sistémico de nuestra clase política.

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