MADRID 3 Feb. (OTR/PRESS) -
Los obispos contraprograman a la COPE. Lo que nos faltaba por ver: que el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, convocara una concentración por la paz en Bilbao mientras la cadena radiofónica de la Conferencia Episcopal desvía a sus oyentes hacia una u otra concentración por la paz en Madrid.
Una de las dos Españas con los obispos y otra con la España apadrinada por la emisora de los obispos. Todo eso, en la tarde del sábado, cuando la España que está resultando inesperadamente más pancartera -la del PP, el Foro de Ermua, la AVT- ya gana por seis manifestaciones a una a la España de Zapatero, que también se manifestó por la paz hace tres semanas.
La convocada este sábado en Madrid, con la anunciada asistencia de los Aznar, Rajoy, Acebes, etc., tiene un marcado carácter diferencial: contra el diálogo con Eta y el "proceso de rendición", elementos ausentes en la motivación de la marcha convocada hace tres semanas por las asociaciones ecuatorianas o la convocada por monseñor Ricardo Blázquez.
El ambiente ya viene caldeado por la palabrería de las vísperas. Empezando por Rajoy, que ha proclamado su "intuición" de que Zapatero ha vuelto a negociar con Batasuna", al tiempo que un dirigente de este partido ilegal, Pernando Barrena, declaraba que en este momento existe un alto nivel de "interlocución política".
En el cargado ambiente político sigue flotando la duda de si realmente el presidente ha retomado el hilo del "proceso" después del 30-D. Las incógnitas no despejadas se manejan en Moncloa como una trampa para lograr la peor cara de su adversario político. No se sabe a ciencia cierta si se han recuperado los contactos con ETA y su entorno, pero sí se nota que Zapatero juega a capitalizar el discurso furioso del PP.
El mismo juego se trae respecto a ETA: dejar al otro el papel de malo y esperar que sus contradicciones internas terminen el trabajo. Zapatero nunca romperá la baraja. O, al menos, nunca escenificará la ruptura, mientras se harta de decir que seguirá luchando para acabar con el terrorismo lo cual, según Savater, es como si un médico gritara en los pasillos del hospital su empeño en curar a los enfermos.
Oficialmente se mantiene viva la retórica ecuación de Rubalcaba: "Con violencia no hay diálogo y sin diálogo no hay proceso". Detrás puede haber una mentira, pero no una claudicación, como ya se demostró con el atentado a la T-4. No tiene sentido golpear a quien se rinde. Dicho sea pensando en los manifestantes obsesionados con denunciar la "la política de rendición de Zapatero".
Antonio Casado.