Actualizado 01/05/2008 02:00

Antonio Casado.- El rey vetado

MADRID 1 May. (OTR/PRESS) -

El claustro de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) veta el acceso a sus instalaciones de cualquier miembro de la Familia Real. Aún sentada la estirpe arqueológica de la institución monárquica, ya blanqueada en todos los regímenes de nuestro entorno donde aún perdura, este reproche a la misma es como retroceder en el túnel del tiempo. En otras palabras: este modo de proceder contra la Monarquía es todavía más rancio que la propia Monarquía.

La decisión del claustro se tomó por mayoría de votos. Por tanto, es democrática, libre, legal y respetable. Se ampara en reglas del juego iguales para todos y escritas en una Constitución que nos protege de las arbitrariedades del poder. Todo ello en el marco de un sistema democrático cuyo formato responde a la denominación de Monarquía Parlamentaria. En el vértice aparece la figura del Rey, exenta de responsabilidad política y tan sometida a la Constitución como los ciudadanos que pueden libremente reprobar dicha figura.

La decisión del claustro es democrática, pero eso no quiere decir que también sea representativa. Se veta a la Familia Real por 38 votos de un total de 191. El resto de los miembros del claustro votaron en contra del veto (31), se abstuvieron (22) o no estaban presentes (100) porque ni se enteraron o, simplemente, les trae sin cuidado que se prohíba o se deje de prohibir la presencia de representantes de la Corona en actos, inauguraciones, celebraciones u otro tipo de eventos en el recinto universitario.

En consecuencia, ha de quedar claro que, a falta de un escrutinio más amplio entre los componentes del órgano propio de la autonomía universitaria, donde están representados sus estamentos, solo una quinta parte del mismo -un sector del alumnado-, se expresa en términos descalificatorios hacia la Corona. El argumento central es la incompatibilidad de la Monarquía con la Democracia. Falso de toda falsedad si, en vez de debatir en el vacío sobre una institución de estirpe no democrática, nos remitimos al Rey de aquí y ahora, a la Monarquía tal y como está configurada en la Constitución Española. Nada que ver con el Antiguo Régimen (Absolutismo) o la Monarquía meticona los borbones que precedieron a don Juan Carlos.

Hoy día, afortunadamente, su papel es meramente representativo, por no decir ornamental. Y su poder -su no poder, en realidad- queda sometido a la Constitución y el Parlamento. De hecho y de derecho, nada de lo que hace o dice el Rey tiene validez si no está respaldado por el presidente o los ministros del Gobierno. Por eso creo que arremeter contra la Corona a estas alturas es rancio, antiguo, trasnochado y, por supuesto, totalmente inútil.

Antonio Casado

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