MADRID 21 Nov. (OTR/PRESS) -
¡Menuda la que ha montado monseñor Blázquez al decir lo que ha dicho sobre el olvido y el perdón¡ A unos -los partidarios de la memoria histórica asimétrica-, les ha sonado a petición de perdón por los años en los que los obispos llevaban a Franco bajo palio. A los otros -los que han revisado la Historia de España para exonerar al dictador del golpe de Estado del 18 de Julio -, les parece que lo que ha dicho el obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, no se aparta del discurso tradicional de la jerarquía de la Iglesia española.
Oídas las palabras del obispo lo que salta a la vista es que Blázquez no es Rouco, pero tampoco es Tarancón, como le presentan algunos. Blázquez es la tercera vía. Vive en el País Vasco y allí se escucha poco la COPE. Tiene pues que nadar y guardar la mitra. Creo que hay vocación de sinceridad en sus palabras cuando habla de perdón y reconciliación, pero llegan en un momento en el que todo en España está contaminado por la política partidista y esa circunstancia impide a la mitad de los españoles analizar con simpatía y sin prejuicios las palabras y obras de la otra mitad.
La Iglesia es bastante más que los curas; es la suma de quienes se sienten católicos, los curas son los curas y los obispos son los obispos. Muchos sacerdotes, frailes y monjas fueron asesinados durante los años treinta del pasado siglo. Fueron crímes políticos execrables perpetrados por pistoleros izquierdistas. No todos, pero la mayoría de los clérigos que sobrevivieron a la quema de conventos y a los fusilamientos que no pudieron o no quisieron impedir los gobiernos de la II República apoyaron al régimen de Franco.
Durante la guerra, en el territorio controlado por los franquistas, algunos curas se sumaron a los sublevados y fueron testigos silentes de "paseos" y fusilamientos en masa. Otro tanto ocurrió en la post guerra. Todo esto es Historia y como tal habría que dejarla en manos de los historiadores. A los políticos habría que exigirles que no enreden más con éstas cosas que tanto dividen a los españoles. Y, puestos a pedir, a los obispos, habría que pedirles otro tanto: que mientras haya pobres en el suelo, no exageren con las cosas del Cielo, en éste caso con los mártires de la "Cruzada". Perdonar y olvidar. Ésa sería la receta para que nunca más se arrastre por España la sombra errante de Caín.
Fermín Bocos.