MADRID 2 Sep. (OTR/PRESS) -
El líder de la oposición suspende la gestión del Gobierno; dice que apenas lleva cuatro meses y parece agotado, falto de ideas para afrontar la crisis económica. Es una crítica dura, pero no va más allá. No hay acritud en el juicio político.
Nada que ver con lo que se despachaba en el PP durante la pasada legislatura cuando los dirigentes populares eran preguntados por Zapatero y sus obras o las de sus ministros. No creo que un cambio tan significativo se deba únicamente a la ausencia de Ángel Acebes de la primera línea o a la jubilación política de Eduardo Zaplana. Hay más. Hay algo más que un cambio en la estrategia de comunicación. Sus últimas declaraciones ponen en la pista del porqué . "Quiero -dice Rajoy- un partido abierto a muchos más españoles, un PP que pueda ser votado por gente que no defiende el grueso de nuestra ideología". Se dirá que es el siempre anunciado "viaje al centro", pero esta vez parece que se apoya en una crítica política alejada de las barbaridades que pudimos escuchar durante la legislatura anterior en relación, por ejemplo, con el 11-M; la negociación con la ETA o la crispación -inducida por las malas compañías radiofónicas- que les llevó a llamar "bobo solemne" al presidente del Gobierno democrático de España.
Tanto han cambiado las cosas -o tanto ha cambiado Mariano Rajoy tras desprenderse de la crisálida aznarísta en el congreso de Valencia-, que incluso arranca el curso político con ofertas de pacto. También él quiere presumir de "talante". Que dure. Así, entre todos, quizá podamos salir antes de la crisis.
Fermín Bocos.