Actualizado 06/01/2007 01:00

Fernando Jáuregui.- ¡Menuda semanita!

MADRID 6 Ene. (OTR/PRESS) -

El sábado, 30 de diciembre, los periódicos aparecían en los quioscos con titulares que la triste realidad iba a convertir en viejos a las pocas horas: Zapatero auguraba que el año 2007 iba a ser, desde el punto de vista de la amenaza de ETA, mucho mejor que el 2006 que ya se escapaba. Dieciocho horas después, la banda del terror cometía el atentado más importante en una década: dos personas morían, decenas resultaban heridas de escasa consideración y las esperanzas de millones de personas se iban al garete con el derrumbe de cuatro plantas de una de las torres de aparcamientos en la terminal 4 del aeropuerto madrileño de Barajas. Ese día, se abrían las compuertas para muchos cambios, muchos errores políticos, algunas frustraciones y una era nueva.

Este sábado se completa una semana de órdago. Con imágenes tremendas del desescombro del aparcamiento, con descorazonadora falta de imágenes de los líderes políticos e institucionales en la 'zona cero', al menos en las primeras horas. Con errores en las declaraciones de los políticos, empeñados en guerrear contra otros políticos de signo distinto, con descalificaciones mutuas, con manifestantes asilvestrados, con tipos empeñados en sostenella y no enmendalla. Toda una radiografía de nuestra clase política, en suma: el primero de relieve nacional en llegar a la 'zona cero' de Barajas, cuatro días después, fue Mariano Rajoy. Los demás, aún más tarde. Lo que da una idea de la falta de reflejos de nuestra clase política. Por allí, en la noche mágica de Nochevieja, no pasó nadie para saludar a los bomberos que trataban de encontrar los cadáveres de dos víctimas; tampoco de la familia real, que no quiso entrometerse, dicen, en la pelea política por ver quién llegaba primero, copaba más fotos y hacía más ruido.

Yo diría que esta semana la credibilidad y la confianza en nuestros políticos han retrocedido más que en años. Han tardado en organizar respuestas y ayudas; han sido incapaces de formar un frente común --PP, PSOE, nacionalistas, IU, sindicatos, todos-- contra el terror. Y han colocado en el 'hit parade' de la sensatez al presidente del PNV, Jose Jon Imaz, que ha demostrado que, al menos, tiene una cierta capacidad de autocrítica y de rectificación.

Ahora solo queda todo lo demás. Porque ya resulta inútil la especulación acerca del grado de división en el seno de ETA, de si Batasuna conocía o no la planificación del atentado (obviamente, la respuesta es que no la conocía) o de los propósitos de la enmienda en una parte de los etarras, la de Josu Ternera, que era la encargada de los contactos con el Gobierno Zapatero.

Está claro que, a la hora de iniciar el proceso, el presidente del Gobierno español cogió el toro por los cuernos, con valor, pero sin sabiduría torera. Y sin sabiduría torera conviene extremar la cautela en la faena, y no esperar al astado a porta gaiola, sin tener muy claro qué hacer con el capote. Y lo primero, lo del valor, es algo que todos tenemos que reconocerle; lo segundo, la falta de experiencia y la bisoñez, es algo que tendrían que detectarse Zapatero y sus más cercanos adláteres. Pienso que en la oposición también deberían autodiagnosticarse un cierto gusto por el tremendismo del 'no', porque se detecta en ámbitos del PP una cierta alegría -y puede parecer hasta lógico- ante los fracasos gubernamentales en materia que tanto nos afecta a todos.

De este tipo de reconocimiento, más la constatación de que la sociedad española está exigiendo clamorosamente acuerdos frente al terror etarra, ha de salir la semana próxima una serie de contactos parlamentarios que lleven a un debate constructivo y ejemplar en el Congreso de los Diputados. Es gracia que los ciudadanos confían alcanzar -pero ¿cuándo, Señor, cuándo?- de la municifencia y magnanimidad de Sus Señorías, siempre tan sordas y ciegas ante el clamor de esa opinión pública a la que nadie parece tener en cuenta. ¿Anunciarán de una vez el cambio deseable?¿O de nuevo, que es lo probable, más de lo mismo?

Fernando Jáuregui.

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