MADRID 28 Feb. (OTR/PRESS) -
Hay quien dice que incluso comentar las declaraciones de Otegi en La Vanguardia es pecaminoso. A mí me parecieron interesantes: era la primera vez que reconocía la existencia del Estado español frente a las pretensiones 'políticas' de ETA. Impensable que este fiel siervo de la banda se haya arrancado a opinar tan heterodoxamente si sus mayores no se lo han permitido. Claro que cabe preguntarse qué mayores, porque crece la sensación de que en ETA ya no todos sienten del mismo modo, y puede que Otegi no sea sino portavoz de la fracción más 'homologable', entiéndase la expresión.
En todo caso, un primer paso a tener en cuenta. Los analistas más fríos también lo reconocen: tal vez sea mejor tener a los batasunos en las instituciones, controlados (más o menos), obligados a aceptar las normas (más o menos), que haciendo el salvaje los viernes por la noche en una kale borroka absurda pero destructiva de la paz y la convivencia ciudadanas.
Puede que haya más declaraciones, algún pasito más allá; me parece que tampoco podemos exigir mucho a quienes llevan casi cuarenta años asesinando, causando dolor, atemorizando a la población. Cualquier indicio será alentador para quienes queremos que acabe la pesadilla y que los criminales dejen de serlo de una puñetera vez. Y sí, ya sabemos que algo habrá que dar a cambio. Que sea lo menos posible: a ver cómo respiran los asesinos de ETA en su próximo comunicado. Pero, por mí, y no se enfaden conmigo, por favor, porque quiero lo mismo que todos ustedes y odio lo mismo que todos ustedes, que sigan negociando.
Fernando Jáuregui.