Publicado 11/03/2021 08:01

Fernando Jáuregui.- "Yo soy la verdad", dice ella. ¿Lo es de verdad?

MADRID 11 Mar. (OTR/PRESS) -

Anda el Gobierno, sector Pedro González, empeñado en desmentir que se lleve mal con el Gobierno, fracción Pablo Iglesias, y cómo no, quien carga con la peor parte, como siempre, es el mensajero, que, ya nos lo dejaron dicho Plutarco y luego Shakespeare, es aquel al que se le culpa de todos los males. O sea, en este caso, los periodistas. Porque rencillas internas en el Ejecutivo no existirán, pero ocurre como con las meigas, que haberlas, vaya si las hay.

Y por mucho que la ministra portavoz, la señora Montero (doña María Jesús, no confundir con doña Irene) se empeñe en negarlo, las evidencias de los roces intestinos en el Ejecutivo son tantas y de tanto calibre que uno no acaba de entender cómo es posible la convivencia en el Consejo de Ministros si no es por un ejercicio de cinismo basado en la supervivencia para seguir pisando la alfombra roja. Un cinismo, por lo demás, luego corregido por las llamadas telefónicas que cada cual hace a sus fuentes o a las fuentes de sus fuentes.

Dice la señora Montero (portavoz) que es "falso" que haya discrepancias en el elenco ministerial a cuenta de la aprobación del plan de ayudas a las empresas por valor de once mil millones, y que si se ha aplazado esta aprobación hasta un Consejo extraordinario este viernes es por cuestiones 'técnicas'. No entraré en el fondo del asunto, ya bien conocido; solamente me ceñiré a las palabras de la señora portavoz y ministra. "En ningún caso la demora se debe a presiones o dificultades de entendimiento" con el socio Unidas Podemos, dijo la ministra portavoz, a quien respeto por sus habilidades driblando el balón de la dialéctica. "Cuando el Gobierno habla, lo hace esta ministra portavoz, aquí y en esta sala (la de prensa de La Moncloa). O lo hace el presidente o lo hacen los ministros... Pero es aquí, no en los teléfonos de las personas con las que ustedes hablan: ésta es la verdad, la de aquí".

Así que o los periodistas mienten cuando aluden a fuentes que les cuentan lo de los roces por casi todo y casi todo el tiempo, o son las fuentes las que mienten a los periodistas. Lo que ocurre es que es muy difícil desmentir determinados parlamentos de, por ejemplo, el vicepresidente segundo, contradiciendo cosas que han dicho sus colegas ministros, y más complicado aún es hacer como que no ocurrió la votación en el Parlamento Europeo, en la que Podemos se situó frente al ala mayoritaria del Gobierno en lo referente al futuro procesal de Puigdemont. Aludo, claro, al ejemplo más reciente, que es asunto de enorme calado en el que la discrepancia inter-gubernamental ha hecho no poco daño a la imagen exterior de España. Y lamento no tener espacio para poner más -he contado hasta treinta y cinco, 2'3 por mes_ejemplos de que unos dicen una cosa, otros otra y algún otro, nunca ninguna, que tampoco entiendo para qué han hecho ministro a alguno que yo me sé.

Llevo muchos años en esta profesión y pienso que, en general, los periodistas no mienten ni se inventan fuertes. Pueden exagerar, equivocarse, hablar de más o silenciar cosas; pero mentir así, por la buenas, no. En cambio, lo siento, respetada señora Montero (doña María Jesús, no la otra), el Gobierno, en poco más de un año de ejercicio, ha sido pródigo en falsedades, medias verdades, opacidades y triquiñuelas, que pasan incluso por la promesa del mismísimo presidente de que no iba a aliarse con quien, veinticuatro horas después de las elecciones, se alió.

También una veteranía que , por cierto, ya va pesando, le convence a uno de que la verdad plena, completa, única, indivisible, no la tiene nadie. Posiblemente, ni nosotros, los periodistas, ni, qué quiere que le diga, el Gobierno. Menos el segundo que los primeros, si tengo que decir eso, mi verdad, la que me quema por dentro cuando aprecio tanto truco de imagen para disfrazar (o redondear) una realidad. E, insistiendo en lo obvio, y para ser tajante, le diré a usted que eso de que las relaciones internas en el Gobierno Sánchez/Iglesias van como la seda, es algo clamorosamente falso. O sea, mentira. Así, sin más. De verdad se lo digo.

fjauregui@educa2020.es

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