MADRID 15 Dic. (OTR/PRESS) -
Ya han surgido las primeras críticas: los ciudadanos hemos estado ausentes del debate y aprobación del nuevo Tratado de la Unión, que viene a sustituir, con menos pretensiones, al Tratado constitucional que rechazaron en referéndum franceses y holandeses. Hemos quedado fuera, y lo seguiremos estando, porque este Tratado ya no será sometido a referéndum, sino sólo a la votación de las Cámaras de representación popular. Pero para eso están nuestros representantes, elegidos en las urnas. Y en espera, efectivamente, de que en esta ocasión, no haya Cámaras parlamentarias que desdigan y rechacen lo aprobado, con notables dificultades, por los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión, por los correspondientes gobiernos, y se supone que, previamente, por los "burócratas" y expertos de la Unión, que son muchos y variados...
Pues bien, parece digno de brindis y de celebración, que finalmente, y en Lisboa, se haya llegado a ese acuerdo de mínimos, después de más de dos años de "introspección y de crisis", como señala un experto, y por cuya virtud se crea un presidente estable con dos años y medio de vigencia, se refuerzan las funciones y atribuciones del Alto Representante para la Política Exterior, es decir, Javier Solana, se recortan las opciones de recurrir al veto, se dan más poderes al Parlamento Europeo, se consagra la Carta de Derechos Fundamentales y, entre muchas otras novedades, se abre la posibilidad de que un millón de ciudadanos puedan promover una iniciativa legislativa. Esencialmente, el nuevo Tratado modifica de manera sustancial el reparto de poder, que había llegado a ser cuestión principalísima en un "club" de veintisiete miembros, desde los seis que lo fundaron. En adelante, el caso de cada Estado en la toma de decisiones estará en relación directa con su población, de manera que Alemania, la Alemania de la canciller Merkel, pasa a ser el país con más votos, dejando atrás el histórico principio de paridad que se mantenía artificialmente con Francia, por aquello del eje y colaboración permanente e histórica entre los dos grandes. Y hablando de países concretos, ridícula actitud la del británico Gordon Brown, que llegó tarde, con evidente descortesía, y que se vio obligado a firmar en solitario, en un museo vacío. Gran Bretaña siempre ha estado en "el borde" de la Unión, sin importarle el desaire que produce a sus colegas.
Un diario destaca una carencia absoluta en la UE, la paridad. Y que se vio muy evidente en la firma y en la "foto de familia", con sólo una mujer "jefe de Estado o de gobierno". Merkel, hoy por hoy, es la triste excepción de una Europa en la que la promoción de la mujer tiene mucho camino por recorrer... Por lo demás, 'Los 27', en su representación llamada Consejo, tiene en estas horas un debate y decisión de extraordinaria trascendencia: la fecha y condiciones de la independencia kosovar, nada menos. De lo que suceda con Kosovo estarán pendientes muchas otras regiones de la Europa Unida, pero no tanto...
José Cavero.