Actualizado 03/04/2011 14:00

José Luis Gómez.- A vueltas con España.- El futuro del PSOE sin Zapatero.

MADRID 3 Abr. (OTR/PRESS) -

José Luis Rodríguez Zapatero no será candidato del PSOE en 2012 y eso marca un antes y un después en su partido y en su carrera política personal, cuya valoración sería precipitado hacer ahora, por falta de perspectiva de su impacto en la historia del país. Ha pasado con Adolfo Suárez y con Felipe González, quizá menos con Aznar, cuya marcha está más reciente, pero en general las valoraciones de los ex presidentes mejoran con el paso del tiempo. Luces y sombras siempre las hay en la gestión de quien gobierna y en este caso hay que sumar el impacto de la crisis, que ha condicionado la agenda política, social y económica de Zapatero e incluso el manejo de sus tiempos para comunicar una marcha más que anunciada.

El presidente, por tanto, es prácticamente historia y en el PSOE lo que toca ahora es gestionar el presente y encauzar el futuro, que pasará por un nuevo candidato y un nuevo líder. Si complicado es resolver esto último, aunque la ventaja parece para Alfredo Pérez Rubalcaba, tampoco es fácil afrontar un proceso así cuando queda por delante un año de legislatura --el PP ha tardado minutos en pedir el anticipo electoral-- y cuando están en puertas unas elecciones municipales y autonómicas, en este caso parciales. De entrada, computa que los aspirantes a la sucesión de ZP sepan estar en su sitio y no interfieran en la confrontación electoral autonómica y municipal, porque lo que está ahora en juego es el poder local, provincial y autonómico de los socialistas. Es lógico y comprensible, de todas formas, que en el PSOE haya sensación de vértigo y también muchas incógnitas, quizá incluso más que antes de conocerse la decisión de Zapatero, puesto que el país exige cambios que requieren aval parlamentario y si el presidente agota la legislatura probablemente se verá forzado a pedir nuevos esfuerzos que al PSOE le costarán votos que perderá el sucesor de Zapatero. O la sucesora.

Mientras, el PP apela insistentemente a las urnas y, de momento, desea convertir el 22-M en un examen al Gobierno socialista y no a los alcaldes del PSOE, cuya gestión es menos controvertida. En resumidas cuentas: los populares navegan rumbo a la Moncloa, ya sea en cruceros de lujo o incluso, como a veces hace Mariano Rajoy, a bordo de un barco de narcos, que aquí ya vale todo. ¿O no?

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