Luis Del Val.- Xenofobia y sentido común

MADRID 3 Ene. (OTR/PRESS) -

La xenofobia puede ser el odio de los impotentes, o la frustración proyectada desde la mediocridad, pero no siempre es xenofobia el temor a lo extraño, o extranjero, sobre todo cuando existen fundadas razones para temer algunas consecuencias negativas para todos.

Las penúltimas ampliaciones de la Unión Europea se fueron haciendo con prudencia, a veces tanta que los países aspirantes -España, sin ir más lejos- hubieron de someterse a unas estrictas condiciones que, con gran sacrificio de sus ciudadanos, se fueron cumpliendo. Y ello motivó que, tras ese ajuste, los fondos de la Comunidad sirvieran para ayudarnos en nuestras infraestructuras. Esa prudencia no brilló en la última ampliación, donde los dirigentes de la UE pareció que se habían contagiado del síndrome de aquél ministro español que, al grito de "¡Papeles para todos!", creó un efecto llamada que todavía persiste.

No es xenofobia preguntarse por qué los ciudadanos rumanos vienen a España a trabajar, teniendo nosotros un porcentaje de parados que triplica al de ellos. Naturalmente, pueden moverse libremente por Europa, porque en la última ampliación a muchos países no se les exigió lo que fueron condiciones inexcusables para España.

Los rumanos, pues, tienen todo el derecho a irse a vivir donde quieran, pero no es xenofobia plantearse la cuestión de que, sofocados por la falta de trabajo, los españoles se planteen si esto es lógico.

En mi vida se han cruzado tres ciudadanas rumanas, personas honestas, maravillosas y ejemplares. Y también es cierto que alguna de estas mujeres llevaban a cabo, con paciencia y sacrificio, labores que hubiera sido muy difícil que realizara una persona española. Pero no es xenofobia plantearse que una inmigración masiva de ciudadanos de los países del Este no pueda ser buena ni para ellos, ni para nosotros. Y, si es xenofobia, entonces ha ocurrido el deslumbrante fenómeno de que la mayoría de los habitantes del Reino Unido y los alemanes se han vuelto xenófobos de la noche a la mañana.