MADRID 29 Ene. (OTR/PRESS) -
"Superoferta fiscal de Rajoy", titulaba un diario nacional el sábado. "Ofertón electoral de Zapatero", oí por la radio el domingo, a propósito de la devolución de 400 euros a todo el mundo si Rodríguez repitiera en La Moncloa. Estamos corriendo un alto riesgo ante estas elecciones: las candidaturas se nos venden con técnicas publicitarias comerciales de consumo puras y duras. Exactamente igual que si tratasen de vendernos un microondas.
Pero la publicidad comercial, en este tiempo que nos toca vivir, se aleja cada vez más de la realidad: ahora venden cosas mostrándonos a un robot con vida propia que se construye a sí mismo con las piezas del coche, a un tenista famoso en lo alto de un pico inaccesible que no existe, haciendo hablar a una cafetera o a una jirafa que anda sobre dos patas, mediante un monstruo que se pasea por las calles derribando edificios o un bebé que hace brillantes ejercicios de gimnasia sobre el suelo. A eso lo llaman publicidad creativa, y así justifican que cualquier parecido entre el anuncio y la realidad sea pura coincidencia.
Las elecciones quedan así convertidas en artículo de consumo momentáneo, y el voto se pretende fundamentar en trolas enormes, como esos dentífricos que convierten los dientes del monstruo de Frankenstein en perlas por arte de magia. Y si esos insultos a la inteligencia funcionan para vender medicinas que no curan o detergentes que no blanquean, ¿por qué no van a funcionar para suicidarse políticamente?
Ramón Pi.