MADRID 29 Feb. (OTR/PRESS) -
En ningún lugar figura que los miembros de la Familia Real no puedan fundar una empresa de bienes inmuebles, una cementera, una tienda de comestibles, o un bar de copas. Pero mejor sería que los más directos, sobre todo aquellos miembros que cobran de los prepuestos generales del Estado, no se implicasen en negocios que puedan rozar el tráfico de influencias, pues cómo bien dice el refrán: "No sólo hay que ser honrado sino parecerlo".
De ahí que hayan saltado las alarmas cuando se ha sabido que la Infanta Elena había adquirido una consultora financiera, cuyo objetivo social es el asesoramiento económico y contable de las empresas que así lo soliciten, además de realizar operaciones inmobiliarias. Y han saltado por varias e importantes razones, puesto que estamos hablando de alguien que por el sólo hecho de aparecer en la foto junto a su padre el Rey, ya tiene un poder institucional, que no tiene ningún otro ciudadano de este país. Un poder que les permite disponer de escoltas, de coches, de un sueldo que el Rey distribuye como quiere entre sus hijos, sin que tenga que dar cuenta al Parlamento, y que supongo estará en consonancia con las necesidades de cada uno de ellos.
No sé quién asesora a la Infanta Elena, pero visto lo visto, está claro que le asesoran muy, muy mal, ya que no hace falta ser un gran economista, ni siquiera sociólogo de prestigio, para saber que tanto la Infanta Elena como sus hermanos, deben ser muy cautos a la hora de organizar su vida laboral y social. La mejor prueba de que hay un límite que no deben traspasar, es que nadie le criticó cuando se supo que era la copropietaria de una guardería, ni cuando se puso que daba clases de inglés en un parvulario, ya que todos entendimos que en algo tiene que ocupar su tiempo, si es en una profesión que le apasiona, que no le impide cumplir con sus obligaciones oficiales, mejor que mejor. Tampoco se le ha criticado a su hermana la Infanta Cristina, porque trabaje en La Fundación la Caixa de Barcelona, en donde vive con su familia. Sí que sus respectivos maridos lo hagan en ámbitos oficiales, como asesores o Consejeros Delegados.
La pregunta que me hago y les hago es la siguiente: ¿Qué ocurriría si la Princesa de Asturias aceptara un puesto en el Consejo de Administración de Radiotelevisión Española?. ¿Verdad que se organizaría la de Dios es Cristo?. Y con razón. El que evita la ocasión, evita el peligro. Y el peligro en este caso es que un día se vean envueltos en asuntos poco claros, que desprestigien la institución que representan, y que hoy por hoy es una de las más valoradas por los españoles. De ahí la celeridad de Zarzuela, al comunicar a la prensa que la Infanta Elena ha disuelto su consultora financiera. No dicen que los motivos de este cerrojazo se deba a las criticas recibidas, sí que han tomado nota y han rectificado.
Rosa Villacastín