Publicado 02/10/2022 08:01

Victoria Lafora.- Cisma catalán

MADRID, 2 Oct. (OTR/PRESS) -

Mientras Puigdemont y su mano derecha, la defenestrada Laura Borrs, intentan dinamitar el Govern de la Generalitat, los catalanes miran con distancia el aniversario del referéndum ilegal del 1 de octubre.

Hoy se cumplen cinco años de aquella cita con unas urnas que el CNI no fue capaz de detectar y que el Gobierno de Mariano Rajoy negó que se estuviera preparando. Lo demás, la posterior declaración dé independencia, la huida de su principal protagonista y las condenas del Supremo es historia conocida.

Lo que sus autores no pudieron imaginar es que, cinco años después, los entonces socios "por la independencia" crearan un cisma que puede tumbar al Ejecutivo autonómico. Pero de aquellos barros vienen estos lodos. Y la relación entre los dos dirigentes, Puigdemont y Junqueras, se rompió definitivamente cuando uno se instaló en Waterloo y el otro acabó en la carcel.

A día de hoy, Junts (es decir, Puigdemont) exige a Aragons (es decir, Junqueras) que restituya en su cargo al vicepresidente Puigneró, como única fórmula para acabar con la crisis. Difícilmente el President puede aceptar readmitir a quien echó hace cuatro días por no advertirle que su partido preparaba una moción de confianza contra el.

La posibilidad de un acuerdo se ve cada vez más difícil dado que, mientras Aragons pide que faciliten el nombre de un sustituto, y se den prisa en decidir si se van o se quedan, Laura Borrs pretende que vuelva el expulsado.

Y ante todo esta galimatías, ¿qué piensan los catalanes de esta guerra fratricida? Los datos son concluyentes: según las últimas encuestas sólo el 26 % cree que la independencia puede llegar en los próximos diez años. El 40% cree que la convivencia (según otra encuesta de El Español) ha empeorado. Y, por último, y lo más significativo, según el CIS catalán, el CEO, solo el 41% está a favor de la independencia, siete puntos menos que hace cinco años, cuando comenzó todo.

Para levantar los ánimos y demostrar de paso las diferencias irreconciliables de los antaño socios, la Generalitat ofrecerá una recepción en el Palau y Puigdemont una manifestación en la calle. Veremos cuánta gente se anima a asistir...

Ni ellos mismos, los independentistas, podían imaginar hace cinco años que hoy se iban a ver de semejante guisa, tirándose los trastos a la cabeza. Mientras, el resto de fuerzas políticas, con representación en el Parlament, guardan silencio, a la espera del desenlace y de un posible adelanto electoral.

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