Publicado 11/05/2016 10:29

¿El comienzo del fin para la energía nuclear?

Guillermo Saldomando
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   Por Guillermo Saldomando (OTR/PRESS)

   El mes pasado se cumplieron treinta años de la catástrofe de Chernobyl, en la desaparecida Unión Soviética y poco más de cinco de la tragedia de Fukushima en Japón, por eso no deja de ser bienvenido el anunciado apagón nuclear en Alemania, país que ha impulsado un decidido camino hacia las energías renovables y limpias.

   Según un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica, operan en el mundo 448 reactores nucleares que generan energía eléctrica. Estados Unidos posee el 22% de ellos y Francia el 13%.

   Otros países con reactores en funcionamiento son: China, Japón, India, Sudáfrica, Suecia, Alemania, Canadá, Bélgica, Finlandia, España, Reino Unido,Corea del Sur, Ucrania, México, Brasil y Argentina.

   En tanto, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se cerrarán alrededor de 200 centrales antes de 2040, pronóstico que se basa en datos que detallan que en 1996 la energía nuclear proporcionaba el 17,6 por ciento de la electricidad mundial y hoy ese porcentaje supera escasamente el 10 por ciento.

   En este sentido, el status report 2014 de la World Nuclear Industry plantea que ese porcentaje podría caer aún más en el futuro cercano. Por ejemplo, luego del desastre de Fukushima en Japón se desactivaron 48

   reactores nucleares y sólo China ha planteado la posibilidad de construir gran cantidad de reactores.

   Otro ejemplo del ocaso de la energía nuclear son los retrasos que han sufrido proyectos en países europeos como Finlandia o asiáticos como Vietnam. En el caso de la Argentina, aún no está claro cuál será el rumbo escogido, dado que por un lado estaría en marcha la ampliación de la central de Río Tercero, Córdoba, pero no sé definió en forma oficial si se dará continuidad a acuerdos realizados por el anterior gobierno con China en materia nuclear.

ESPAÑA.

   En España, según un estudio de la WWF la demanda eléctrica del país es cubierta por sus ochos reactores en un 24,4 por ciento, debajo del 27,3 por ciento que aportó la energía hidráulica, pero superando el 21, 6 por ciento de energía eólica.

   Las centrales españolas fueron inauguradas en la década del 80 del siglo XX y verían vencer sus licencias a partir de la década del 2020.

   En tanto, expertos que estudian el Cambio Climático sostienen que la única forma de lograr, en esta transición, el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a sólo 2 grados Celsius (° C) antes de fin de siglo, será incrementando la producción de energía nuclear como parte del menú de opciones de generación con baja emisión de carbono.

   Cuestión polémica ya que afirmar que la energía nuclear es limpia porque no aporta gases al efecto invernadero, significa olvidar la polución que produce la extracción y el procesamiento de uranio, recurso escaso en el Planeta y con un complejo tratamiento de sus residuos radiactivos.

   La tecnología aún no ha resuelto qué hacer con los desechos nucleares y cómo afrontar la carga de radiación que se extiende por cientos de años.

   Los riesgos en caso de accidentes pueden ser directamente catástrofes con ejemplos horrorosos como Chernobyl, en Ucrania, Fukushima, en Japón o Three Mile Island, en Estados Unidos.

   Las centrales nucleares, además, tienen fecha de vencimiento. La amortización de la energía producida en pocos años hace que el costo de generación sea muy oneroso.

ALEMANIA Y FRANCIA CON REALIDADES DIFERENTES

   En Alemania, luego de la tragedia de Fukushima todo cambió. El gobierno germano anunció el cierre temporal de siete plantas nucleares que habían comenzado a operar en el país antes de 1980 y ordenó la creación de una comisión para realizar una exhaustiva revisión de las 17 plantas nucleares en actividad, para evaluar los posibles riesgos de las centrales.

   Fue el comienzo de un giro radical de la política energética alemana, que llevó a clausurar las siete centrales nucleares que ya habían sido desconectadas por prevención y autorizó que las tres centrales más modernas pudieran seguir funcionando hasta fines de 2022, mientras que los siete reactores restantes serán desconectados en el curso de 2021.

   Diferente es el caso de Francia, ya que de las 19 centrales nucleares francesas operativas, cinco se encuentran muy cerca de sus fronteras: Fessenheim lindera a Alemania, Cattenom muy cerca de Luxemburgo, Gravelines y Chooz cerca de la frontera belga y Bugey a pocas decenas de kilómetros de Suiza.

   Sectores ambientalistas y autoridades de las comarcas vecinas ya han alertado sobre su inquietud por tener tan cerca instalaciones con cierta antigüedad, que ven disminuir su grado de seguridad por el paso del tiempo. Situación que pone un manto de dudas respecto de la eficacia de un plan de contingencias de carácter regional.

   El mundo parece avanzar con marchas y retrocesos hacia el desarrollo de energías renovables y limpias, el desafío se redobla luego de los acuerdos por la lucha contra el Cambio Climático, pero sería muy peligroso pensar que la energía nuclear puede ser el mal menor para evitar el calentamiento del Planeta.

   En ese caso, estaríamos cambiando un problema terminal por otro gigantesco.

Guillermo Saldomando es experto en medio ambiente, y director de Un Planeta Azul

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