Publicado 07/07/2016 11:54

San Fermín es más que una fiesta

SAN FERMIN
SAN FERMÍN/GETTY


PAMPLONA, 7 Jul. (Lourdes Ferreira OTR/PRESS) -

Si hay una fiesta con mayúsculas, esa es las fiesta de San Fermín, conocida popularmente como los Sanfermines. Es la mas cosmopolita de las festividades nacionales y aunque su origen se remonta a la Edad Media es, gracias entre otros a Ernest Hemingway, cuando adquiere una dimensión mundial. La novela Fiesta del novelista estadounidense en 1926 sitúa a Pamplona en el mundo. Y sin lugar a dudas también a España.

Pamplona es conocida mundialmente gracias a esta semana grande y pocos serán quienes desconozcan esta "locura" española, a la que se apuntan lo extranjeros con mas alegría que a una bota de vino.

Encierros hay en muchas localidades españolas pero ninguno con la capacidad de concentración y transcendencia que el que tiene San Fermín. Comienzan con el "chupinazo" a las 12 del mediodía del 6 de julio y hasta las 24 horas del día 14, cuando se corea el "Pobre de mí" no hay hora en el día o la noche sin actividad frenética de encierros, encuentros, comilonas, corridas de toros, borracheras, risas y llantos. De gente que se reencuentra, de nuevos amigos, algunos serán para siempre y otros de una noche de juerga.

Pero todos volverán tristes a sus casas, a sus países, a sus ciudades. Pamplona se quedará como sorda después de las fiestas e irá poco a poco tachando los días del calendario hasta el siguiente 6 de julio. Es lo que tiene San Fermín, no hay dos iguales y cada año se espera y se desea con la misma ilusión.

Quizá muchos no sepan que en sus inicios la festividad que conmemoraba al santo se celebraba el 10 de octubre, pero fue en 1591 cuando los pamploneses, seguramente cansados del mal tiempo, trasladaron la fecha a la que hoy todos conocemos y cantamos. Desde sus inicios, que se remontan ni más ni menos que al siglo XII y las corridas de toros ya están documentadas desde el siglo XIV.

Cierto es que desde otros puntos del mundo lo que se destaca básicamente de la fiesta es el "encierro". Las carreras de primera hora de la mañana son vistas en directo o retransmitidas más tarde para ser vistas por millones de personas. Mientras, se contiene el aliento y el corazón sube a la garganta cuando un toro se rezaga, un corredor tropieza, hay una cogida, alguien queda tirado en el suelo... La llegada de los toros y los cabestros a la plaza son un respiro para muchos, una completa descarga de adrenalina.

El balance final es de alivio si no ha habido muertos, si los contratiempos son los lógicos que lleva consigo el transcurrir de las misma. Miles de personas en cada encierro y desde 1910 han muerto 16 corredores. Un solo muerto es ya sin duda alguna una desgracia, pero cuando ves el transcurrir de esa carrera queda siempre la sensación de que aún podría haber sido peor, que el Santo debe brindar su protección a todos los que corren con la muerte, la miran a los ojos y se libran por los pelos...

Las corridas de toros de las tardes son ya para los que allí están, para los aficionados taurinos o para los que ven por primera vez en qué consiste esto de la llamada fiesta nacional.

Pero no hay dos sin tres, no hay Yin sin Yang, no hay bueno sin malo y hay otra parte de la fiesta, la "mala fiesta", la que menos gusta y mas preocupa, la que termina en urgencias por un exceso de juerga mezclada de altas dosis de alcohol o drogas. Esto también lo ve el mundo entero.

Las concentraciones excesivas es lo que tienen; atraen lo bueno y lo malo. La diversión para algunos, para la gran mayoría, incluso para los que terminan la noche y empiezan el día como si no hubiera espacio para el sueño. Ese solo les vence cuando no hay mas remedio. Pero los servicios de urgencia de los hospitales o las policías cruzan los dedos para tener un día con las menores desgracias posibles.

Comienza la fiesta. El mundo vuelve sus ojos a Pamplona durante estos días. Que sean felices para todos, que todos quieran y puedan repetir. Que el Santo siga brindando con todos.

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