MADRID 1 Mar. (Carlos Hergueta/Portaltic) -
Odio los micropagos. No me gustan. Me parecen una buena estrategia comercial visto el panorama... Pero creo que le hacen un flaco favor a los videojuegos. Cuando un videojuego apuesta por un modelo freemium, con el desarrollo principal gratis y habilidades y pequeños ítems de pago, está mutilando su propia experiencia.
Suele ocurrir con estos videojuegos que en un primer momento cojean, aunque el desarrollo en sí sea divertido. Normalmente lo que ocurre es que, si no queremos pagar, tengamos que afrontar largas sesiones de acciones muy, muy repetitivas hasta que conseguimos alcanzar cierto nivel o desbloquear algún objeto importante. Ocurre mucho con los 'endless run' y por supuesto con los MMORPG, por ejemplo.
Y si decidimos pagar por algo, que ese ha sido el objetivo del desarrollador, ocurre que pronto hay otro objeto que podemos comprar y este ciclo de gasto no se detiene. Como me decía un amigo el otro día en Twitter, entonces la sensación de que el desarrollo está cojo es sustituida por otra no mucho más agradable y bastante frustrante: no llegar a saber exactamente lo que cuesta el juego al completo.
La realidad es que nos cuesta pagar por contenidos y así es como los desarrolladores de videojuegos para plataformas móviles -y en ordenador y redes sociales también- comenzaron a recurrir a los micropagos de forma cada vez más habitual.
Recuerdo que hace unos dos años en La Red Innova, Eneko Knörr, fundador de Ideateca (http://ideateca.com/), hablaba de este tema a otros desarrolladores de aplicaciones móviles con menos experiencia en las tiendas digitales para móviles. Recuerdo que uno de los mensajes de su discurso era que al consumidor le cuesta mucho pagar y que por eso se estaba tendiendo a un modelo freemium.
Dejemos un momento de lado los videojuegos y tomemos como ejemplo WhatsApp. Es una aplicación que según el sistema operativo es gratuita de entrada, pero que hay que pagar llegado a un punto independientemente del sistema operativo que tengamos. Si, por ejemplo, hemos pagado por ella en iPhone, podremos disfrutarla de por vida en cualquier sistema operativo con nuestro número de teléfono. Y si la hemos descargado gratis en Android, el sistema nos informa en un momento dado que a parir de X fecha tendremos que pagar por ella.
Esto que cuento es así. Si aún no has pagado por WhatsApp, lo terminarás haciendo o no lo podrás seguir usando; o tendrás que iniciar sesión con otro número de móvil. Son varios los amigos que se me han acercado alarmados porque WhatsApp les informa de que van a tener que pagar... ¡La friolera de 1 euro! Mira, esta aplicación te ha proporcionado un inestimable servicio durante años gratis y te pide a cambio menos de lo que hace año te habrían costado 5 SMS...
Creo que es un buen ejemplo de la visión que solemos tener de los contenidos y aplicaciones de pago* nos alarma pagar un miserable euro por una aplicación que ha probado de sobra lo increíblemente útil que nos es. ¿Cómo podemos esperar que la mayoría pague 0,89 o 2,49 euros por un videojuego o una aplicación? Efectivamente, la mayoría no pagará estas irrisorias cifras.
Y la prueba de que el modelo freemium funciona mejor está en cualquiera de las listas de aplicaciones por ingresos. Si miro la de Google Play ahora mismo, por ejemplo, las 10 primeras aplicaciones en ingresos son gratuitas, con Los Simpson Springfield en primer lugar y -sorpresa- la "gratuita" WhatsApp en el segundo.
Así que lo que está claro es que este modelo basado en micropagos funciona en un mercado en el que la competencia es feroz, los precios están por los suelos y, aún así, el consumidor no está dispuesto a pagar -de entrada-.
Como digo, creo que es un sistema que aplicado a los videojuegos vicia y corrompe la experiencia, que no es tal y como el diseñador la concibió, que no es completa, y que puede llegar a desesperar a algún jugador, pero está claro que también enganchar a otros. Sin embargo, entiendo que nosotros mismos hemos dictaminado que en muchos casos es lo que mejor funciona. Yo seguiré comprando títulos completos y que el que quiera que apueste por un "manager" de turno que le vaya chupando la sangre poco a poco. Allá cada uno.
El problema, lo que veo con más preocupación, es que las compañías de videojuegos más tradicionales que juegan en el campo de las consolas, quieren llevar este modelo que ha funcionado en el mercado digital de smartphones a la sobremesa. Electronic Arts ya ha confirmado (http://www.vadejuegos.com/noticias/ea-ofrecera-micropagos-en...) que todos sus videojuegos tendrán micropagos Y eso, en consolas, me gusta todavía menos porque dudo que un día vaya a una tienda y me regalen un Blu-ray con la esperanza de amortizarlo mediante micropagos.
Dudo que las compañías de videojuegos vayan a regalar sus títulos o rebajarlos. Más bien me inclino por pensar que seguirán cobrando sus 60 o 70 euros y, paralelamente, los cargarán de micropagos para multiplicar los ingresos. Y, mientras, al otro lado de la pantalla, el jugador sentirá que el título por el que se ha gastado un dineral tiene una curva de aprendizaje mal ajustada para que gaste, que hay pocos coches o trajes, que hay pocos personajes o que la aventura es corta.
Sentirá que el videojuego ha sido mutilado, que no está completo, a pesar de que se ha gastado un dineral por él. No me gustan los micropagos en videojuegos, en general, pero me aterra que se convierta en una norma en el catálogo de videojuegos tradicionales para consolas. Y si lo van a hacer, al menos, que ofrezcan los juegos gratis. No se puede pretender tenerlo todo.