Archivo - Colegio público de Educación Infantil y Primaria San Juan Bautista, a 7 de septiembre de 2023, en Arganda del Rey, Madrid (España). - A. Pérez Meca - Europa Press - Archivo
MADRID 23 Dic. (EUROPA PRESS) -
Las comidas escolares saludables y sostenibles podrían reducir la desnutrición, reducir las muertes relacionadas con la dieta y disminuir significativamente el impacto ambiental, según un nuevo estudio de modelización dirigido por un investigador del UCL (University College de Londres, en Reino Unido).
El estudio forma parte de una nueva colección de artículos publicados en 'Lancet Planetary Health' por miembros del Consorcio de Investigación para la Salud y la Nutrición Escolar, la iniciativa de investigación independiente de la Coalición de Alimentación Escolar. Los artículos concluyen que unos programas de alimentación escolar bien diseñados podrían ser una inversión estratégica para un futuro más saludable y sostenible.
Al combinar modelos, estudios de casos y evidencia de múltiples disciplinas, la colección de seis artículos demuestra cómo los programas de comidas escolares amigables con el planeta pueden simultáneamente mejorar la nutrición infantil, reducir la prevalencia de enfermedades a largo plazo relacionadas con la dieta, disminuir las presiones climáticas y ambientales y estimular sistemas alimentarios más resilientes y agrobiodiversos.
Los sistemas alimentarios mundiales son responsables de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano, además de contribuir al aumento de la desnutrición y las enfermedades relacionadas con la dieta. Al mismo tiempo, los programas nacionales de comidas escolares alimentan a 466 millones de niños cada día, lo que representa el 70% del sistema alimentario público mundial, una magnitud que proporciona a los gobiernos un poder de influencia sin precedentes.
Un estudio de modelado global, dirigido por el profesor Marco Springmann, líder de modelado para el Consorcio de Investigación con sede en el Instituto de Salud Global de la UCL, concluye que proporcionar una comida saludable y sostenible a cada niño para 2030 podría, en primer lugar, reducir la desnutrición mundial en un 24%, con un impacto especialmente fuerte en las regiones con inseguridad alimentaria. Esto se traduce en 120 millones menos de personas en el mundo que no obtienen suficientes vitaminas, minerales y energía de los alimentos.
También podría prevenir más de un millón de muertes cada año por enfermedades relacionadas con la dieta, como la diabetes y las enfermedades coronarias, suponiendo que los escolares de hoy conserven, al menos en parte, la preferencia por alimentos saludables en la edad adulta.
Asimismo, lograría reducir a la mitad los impactos ambientales relacionados con los alimentos, incluidas las emisiones y el uso de la tierra, cuando las comidas siguen patrones dietéticos saludables y sostenibles, por ejemplo, aumentando la proporción de verduras y reduciendo la carne y los productos lácteos.
Por último, permitiría generar importantes ahorros en materia de salud y clima, compensando significativamente las necesidades de inversión. No obstante, hay que recordar que, actualmente, sólo uno de cada cinco niños en el mundo recibe una comida escolar.
El profesor Springmann asegura: "Nuestros modelos demuestran que las comidas escolares saludables y sostenibles pueden generar importantes beneficios para la salud y el medio ambiente en todas las regiones del mundo. Cabe destacar que los ahorros en materia climática y sanitaria que se derivan de una dieta más saludable y la reducción de emisiones pueden ayudar a compensar los costes de la ampliación de los programas de comidas escolares. La evidencia es clara: invertir en comidas escolares es eficaz y económicamente viable".
Para apoyar a los gobiernos en la transición hacia programas de comidas escolares amigables con el planeta, la colección establece un marco conceptual sobre cómo las comidas escolares pueden impulsar la transformación sistémica de los sistemas alimentarios a escala, estructurado en torno a cuatro pilares esenciales: menús escolares saludables, diversos y culturalmente relevantes; métodos de cocina limpios y modernos; reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos; educación alimentaria holística que conecta a niños, familias y comunidades.
En conjunto, estos pilares ofrecen a los gobiernos una vía para mejorar la salud infantil y la alfabetización alimentaria, fortalecer la agrobiodiversidad, estimular la producción local ecológica y construir sistemas alimentarios resilientes al clima. Fundamentalmente, el marco enfatiza que estos pilares deben integrarse en las normas de contratación pública, los estándares nutricionales y las reformas políticas para aprovechar al máximo su potencial y orientar la demanda hacia sistemas alimentarios más saludables y sostenibles.
La doctora Silvia Pastorino, responsable de Dietas y Salud Planetaria del Consorcio de Investigación y curadora de la colección de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM), apunta: "Este marco destaca cómo las comidas escolares no son solo un programa de nutrición, sino una poderosa herramienta para transformar los sistemas alimentarios. Cuando las comidas son saludables, sostenibles y están vinculadas a la educación alimentaria, mejoran el bienestar de los niños hoy y fomentan hábitos sostenibles a largo plazo, a la vez que ayudan a los países a proteger la biodiversidad, reducir las emisiones y construir comunidades resilientes. Pocas intervenciones ofrecen beneficios tan amplios y duraderos".
El marco se basa en conocimientos publicados por primera vez en el Libro Blanco de 2023 del Consorcio de Investigación, Comidas escolares y sistemas alimentarios, que reunió a 164 autores de 87 organizaciones de todo el mundo.
En colaboración con organizaciones internacionales y socios gubernamentales, el Consorcio de Investigación está desarrollando un Kit de Herramientas para una Alimentación Escolar Sostenible con el Planeta para ayudar a los países a evaluar los costos, el impacto ambiental y los beneficios para la salud de la transición a modelos de alimentación escolar sostenibles. Desarrollado en colaboración con socios de Kenia y Ruanda, se espera que los primeros resultados estén disponibles en la primavera de 2026. DOI: 10.1016/j.lanplh.2025.06.002