La familia de Publio Cordón espera saber algún día qué pasó con el empresario, de cuyo secuestro se cumplen hoy 11 años

Actualizado: martes, 27 junio 2006 11:18

ZARAGOZA, 27 Jun. (EUROPA PRESS) -

La familia de Publio Cordón confía todavía, once años después del secuestro del empresario a manos de los Grapo, en llegar a conocer qué paso, cuál fue el desenlace. El 27 de junio de 1995, el entonces presidente de Previasa y del Grupo Quirón, fue secuestrado en Zaragoza cuando hacía 'footing' en las inmediaciones de su domicilio. "Ya es hora de que sepamos cuál fue el desenlace, ha pasado ya demasiado tiempo, necesitamos que se rompa ese silencio de los Grapo, tener un final y conseguir un poco de tranquilidad", afirman la esposa y una de las hijas.

"No perdemos nunca la esperanza de que en algún momento lleguemos a conocer algo de lo que pasó, que por algún camino podamos sacar esa hebra de hilo que nos haga tirar de todo el ovillo y lleguemos a saber que es lo que ocurrió", dice Pilar Muro, esposa del empresario. La familia pagó 400 millones de pesetas en concepto de rescate, pero no recuperó a Publio Cordón.

Añade que "teníamos bastantes esperanzas en lograr algún dato a través del juicio que estaba previsto contra Fernando Silva Sande, pero todavía no ha podido ser juzgado por este hecho y regresará a Francia porque también tiene causas pendientes. Creemos que en otoño volverán a traerle a España".

Silva Sande, uno de los encargados de la custodia de Publio Cordón, fue detenido en París en noviembre de 2000, junto a Manuel Pérez Martínez, el "Camarada Arenas", María Victoria Gómez Méndez; Isabel Llaquet Baldellou, José Antonio Peña Quesada, José Luis Elipe López y Rosario Llobregat Moreno. La operación desarticuló la cúpula de la organización terrorista.

Fue extraditado a España el 6 de octubre de 2005 por un periodo de seis meses para que fuera juzgado por el caso Cordón. Dicho plazo fue prorrogado cuatro meses más, a petición de la Audiencia Nacional, y se pidió otra nueva prórroga, pero Silva Sande tiene que regresar ahora a Francia para terminar de cumplir la condena que le impuso el Tribunal Correcional de París por asociación de malhechores con fines terroristas. "Esperábamos que algo saliera si se hubiera celebrado el juicio, ahora tendremos que esperar algunos meses más", apunta Pilar Muro.

Raquel, una de las hijas de Cordón, manifiesta que la ausencia de su padre es muy dolorosa. "Han pasado muchos años, ves que has evolucionado muchísimo en tu vida personal y sientes la falta tan grande que te hace tu padre. Piensas si volviera y estuviera bien, siempre tienes ese rayito de esperanza, saber qué ha pasado, necesitas saber el final".

"La gran desgracia que nosotros sufrimos es no ver el final, normalmente la gente consigue llorar a los muertos, superar en cierto modo algunas vivencias tremendas, pero es que nosotros no tenemos ese consuelo. Día a día sigues luchando, pero con ese lastre encima que quieres romper y superar. Es el único caso de secuestro que ha sucedido así. Luego, lo revives continuamente con cualquier acción terrorista como ha pasado aquí, en Zaragoza, con los Grapo, con Francisco Collel y su esposa", asegura Raquel Cordón.

Añade que "las personas que hemos sufrido el terrorismo de los Grapo lo vivimos igual de mal que si fuera de ETA, nos sentimos igual de víctimas, es terrible, pero es así. Pero como no es un grupo tan grande, estás más vendido".

"Nos gustaría tener un final, que de alguna forma se rompiese ese silencio que crearon y generaron los Grapo y saber qué pasó con mi padre; realmente lo necesitas y con el juicio creíamos que podía suceder. Se tienen que dar cuenta de que no pueden dejar a una familia en esa situación, hacernos pasar más y más años sin saber qué pasó con mi padre, alguien tiene que saber que sucedió, alguno de ellos o todos, estoy segura de que alguien conoce exactamente la verdad".

Pilar Muro se pregunta "por qué lo hicieron desaparecer, actuaron muy mal. Supongo que los Grapo han pensado también que esa nefasta actuación les ha costado la cárcel, la pérdida de toda credibilidad. Si desde el primer momento, para bien o para mal, para liberarlo o para que apareciese su cuerpo en alguna parte, hubieran dicho la verdad o se hubieran conducido de otra manera, las cosas creo que también hubieran sido distintas para ellos".

Raquel considera que "el tiempo también obliga, el tiempo es una constante; a lo mejor en un principio querían tapar el error, pero el tiempo también les acompaña a decir lo que pasó, y ya es hora, ya ha pasado un buen tiempo".

DEMASIADOS RECUERDOS

Pilar Muro recuerda que el día anterior al secuestro su marido se encontraba en Madrid. "Me llamó por la tarde y me dijo: ahora voy a terminar, me marcho a Zaragoza y pasado mañana vuelvo a Madrid. Yo intenté convencerle para se quedara, para que no hiciera un viaje tan rápido, me daba miedo la carretera. Me contestó que venía para celebrar nuestro aniversario de boda, cumplíamos 30 años. Le sugerí que terminara el trabajo en Madrid y que ya lo celebraríamos otro día, pero se desplazó hasta Zaragoza. A la mañana siguiente salió a hacer deporte, casi nunca salía a correr solo, pero ese día únicamente le acompañaban los perros".

Raquel apunta que también ella estaba en Madrid. El día anterior al secuestro "nos contaba a mi hermana y a mí que había visto un regalo para mi madre en una joyería, una mariposa o una libélula. Nos preguntaba que si le podía gustar a ella o si le compraba otra cosa. Le contestamos que pensamos que el regalo que nos describía le encantaría a mi madre y, por eso, al día siguiente venía a Zaragoza para comprar el regalo de aniversario y dárselo".

"Siempre me acuerdo que ese verano fue infernal, fue un verano terrible, en mi vida he sentido tanto calor, quizá era por la angustia que vivíamos. Simplemente pensar que lo tenían secuestrado no sabíamos dónde, habíamos visto el zulo de Ortega Lara, imaginar que estaba en unas condiciones tan malas, infrahumanas. Pensar, con el calor que hace no hay persona humana que aguante... Por lo menos, decíamos era un hombre con una salud muy buena, era un hombre muy fuerte", resalta Raquel.

"No sólo pasabas la angustia y el secuestro, el no saber qué estaba sucediendo sino también teníamos que aguantar las especulaciones sobre el estado de salud de mi padre, sobre si había sido liberado y se había marchado", comenta Raquel. Su madre apostilla que "no había ninguna duda de que lo había secuestrado una banda terrorista y los medios de comunicación nos hicieron sufrir entonces tanto o más que el propio secuestro".

Pilar Muro todavía no se hace a la idea de que hayan transcurrido once años. Su marido tendría ahora 71 años. "Nos parece mentira que hayan pasado diez, once años. Para nosotros parece que fue ayer. Espiritualmente es diferente porque el caos que se vive cuando pasa una cosa así y la angustia tan grande que se siente, hoy no la tenemos. La vida sigue, te has de adaptar y tienes que continuar. Se tiene la angustia, a ratos sobre todo, pero sin embargo, vives como el primer día, lo seguimos teniendo en nuestra mente como el primer día, es una obsesión".

Resalta que "cosas que hacía desde el primer día que desapareció mi marido las sigo haciendo: estar con el teléfono día y noche y tener encima de la silla una ropa para ponerme a toda velocidad por si tengo que salir corriendo. Te deja marcada".

Cuando ser cumple un nuevo aniversario del secuestro "renacen muchas cosas, vuelves a revivir esos tremendos momentos. Es un día más, una noche más. La mente es extraña porque hay cosas que se quedan ahí, se quedan como dormidas, y efectivamente, cuando se cumple otro año vuelven a salir".