MADRID 24 Oct. (EUROPA PRESS) -
Si creías que Halloween se limitaba a calabazas talladas y disfraces de vampiros genéricos, el Hard Rock Hotel Madrid te invita a repensar la noche del 31 de octubre.
En el bullicioso barrio de Atocha, Sessions --el restaurante insignia del hotel-- se reinventa como un altar viviente al Día de Muertos mexicano. No es solo una cena: es una inmersión sensorial que fusiona el folclore azteca con el rock 'n' roll eterno de Hard Rock, envuelta en calaveras de azúcar, flores de cempasúchil y tequila.
Imagina el lobby bar GMT+1 a las 20:00 horas, transformado en un desfile callejero de la Ciudad de México. Catrinas con ojos ahumados y trajes bordados desfilan entre los invitados, patrocinados por el elixir dorado de Patrón Tequila.
EL MENÚ: UN VIAJE GUSTATIVO DESDE EL PULLED PORK HASTA LAS CALAVERAS
Dulces Sessions no decepciona en su propuesta para adultos (46 euros), un menú que equilibra la herencia rockera del hotel con el alma picante de México. Arrancamos con un dúo de croquetas que es puro pecado: la de mac & cheese, cremosa y crujiente, se alía con la de pulled pork, ahumado y jugoso.
La estrella de la noche podría ser la Carolina del Norte Burger, servida en un pan negro que rinde homenaje a las sombras de Halloween, con su jugosa carne Wagyu, cheddar fundido y cebolla caramelizada.
Para los amantes del mar, la lubina en tempura ligera y aireada llega con un guiso de verduras que susurra influencias mexicanas, fresca como una brisa del Pacífico. Y no olvidemos el entrecot trinchado, tierno y sazonado con hierbas que bailan entre el ahumado y el cítrico, ideal para compartir en mesa larga, al estilo de una cena familiar en Oaxaca.
Los postres cierran el telón con dulzura infernal: el Next-Level Cheesecake, estratificado con capas de queso y galleta que se derriten en la boca, o el Choco Brownie con helado de banana y salsa toffee, un final goloso que transforma el azúcar en fuegos artificiales. Cada plato está diseñado para saborearse sin prisas, con porciones generosas que invitan a compartir.
Para los peques, el menú infantil (20 euros) captura el espíritu juguetón de la noche sin complejos: una mini Bacon Cheese Burger, pollo Tupelo crujiente con miel picante, o tequeños venezolanos con salsa de frutos rojos que añaden un guiño latino inesperado. Rematan con brownies caseros o helados artesanales, asegurando que hasta los más pequeños salgan con sonrisas de calavera pintada.
CÓCTELES QUE DESPIERTAN A LOS MUERTOS (DE SED)
La verdadera alquimia ocurre en la barra, donde tres creaciones exclusivas con Patrón Tequila elevan la fiesta. La Paloma reinterpretada llega efervescente, mientras que la Margarita de autor, con toques de hibisco y chile, es un trago floral perfecto para brindar por los ausentes. A ellos se une el Spritz mexicano, ligero y burbujeante con lima y agave.
La música en vivo inunda el espacio, convirtiendo la cena en un happening donde disfrazarse no es opcional, sino el preludio a la diversión. Es un Halloween inclusivo, familiar y sin excesos, ideal para padres que quieren rockear sin remordimientos y amigos que buscan una noche temática con clase.