Actualizado 03/08/2017 16:46

Cien años del nacimiento de Robert Mitchum, la mirada cínica de Hollywood

Robert Mitchum
Robert Mitchum - TCM

MADRID, 3 Ago. (EUROPA PRESS) -

Este domingo 6 de agosto se cumplen cien años del nacimiento de Robert Mitchum y TCM quiere recordar una de las miradas más turbadoras que ha dado el cine, emitiendo, durante todos los domingos del mes de agosto, algunas de sus mejores películas, como El Dorado, La noche del cazador o La hija de Ryan.

Robert Mitchum se reía de su propio éxito. "Lo que tiene este trabajo de bueno es que empiezas a las nueve de la mañana, acabas a las seis de la tarde, te pagan todos los viernes, te dicen qué tienes que hacer y qué tienes que decir. Y ya está, eso es todo. No hay más trucos. Por eso es fácil comprender que una de las más grandes estrellas de todos los tiempos haya sido Rin Tin Tin".

Robert Mitchum tuvo una infancia difícil. Nació en Connecticut y a los dos años se quedó huérfano de padre. Con quince años, se marchó de casa y trabajó en los oficios más diversos, desde estibador a portero de cabaret. También fue boxeador y participó en casi una treintena de combates. Así fue desarrollando ese físico tan robusto que le caracterizó a lo largo de su carrera.

En el cine debutó en 1943 haciendo pequeños papeles. Siempre fue un actor de estudio, es decir, hacía las películas que le mandaban, sin poder elegir personalmente los papeles. La gran pantalla le ha visto de vaquero, de soldado, policía o gánster, casi siempre personajes ambiguos que él revestía de ironía, sarcasmo o de verdadera maldad, como los de La noche del cazador o El cabo del terror.

MÚSICO Y POETA EN LA INTIMIDAD

Su filmografía está repleta de grandes clásicos: Con él llegó el escándalo, Río sin retorno, El día más largo, Yakuza o Adiós muñeca. También tuvo una breve carrera musical y grabó varios discos.

Se casó en 1940 y tuvo tres hijos. A lo largo de su vida se vio envuelto en una serie de escándalos, el más famoso de ellos ocurrió a finales de los años 40 cuando fue detenido por fumar marihuana y condenado a dos meses de cárcel.

En 1946 consiguió su única nominación al Oscar por También somos seres humanos y en 1993 el Festival de San Sebastián le concedió el premio Donostia. Los últimos años de su vida los dedicó a dos de sus grandes pasiones: componer música y escribir poesía.

Murió hace veinte años, el 1 de julio de 1997, y cien años después de su nacimiento, la imagen de los nudillos de sus manos, con las palabras amor y odio tatuadas en ellos, que veíamos en La noche del cazador, forman parte de lo mejor y más aterrador que ha dado el cine.