Actualizado 06/05/2010 23:48

Perros con mucho carácter

'Malas pulgas'
cuatro


MADRID, 6 May. (OTR/PRESS) -

Este viernes, Cuatro emite un nuevo capítulo del 'coacha' para animales 'Malas Pulgas' (a partir de las 21.30 horas), en el que Borja Capponi, experto en conducta animal, se enfrenta a tres casos relacionados con perros con mucho carácter.

En el primer caso de la noche, Kenzo es un beaguel que vive con Remedios, Antonio y el hijo de ambos, Juan Antonio. El joven estuvo ahorrando hasta que consiguió el dinero suficiente para cumplir uno de sus mayores deseos: tener un beaguel. Pero la vida con Kenzo se ha convertido en un pequeño infierno, y todo debido a su insaciable ansia por comerse absolutamente todo. No solo no les deja comer tranquilos en casa (les ha llegado a tirar del mantel hasta conseguir que todo caiga al suelo), sino que Remedios tampoco puede cocinar tranquila. En cuanto se descuida se come lo que está en la encimera o se pone a lamer los platos del lavavajillas.

También se come su cama, los zapatos y zapatillas de los dueños y hasta el mando de la wii de Juan Antonio. Si el perro no cambia han decidido dejarlo en el pueblo de los abuelos.

Para enseñar modales a Kenzo, Borja muestra a Juan Antonio cómo reclamar las cosas que normalmente devora Kenzo. Para ello se convertirán en dos perros y enseñarán a Kenzo a respetar las cosas y la comida de los miembros de la familia.

Más tarde, Borja se enfrenta a Felipe, Chancé y Chantal y su particular versión de 'Aquí no hay quien viva'. Javier y Edison son pareja y viven juntos desde hace unos meses. Pero su convivencia no es del todo fácil, debido a sus perros. Edisón llegó de Puerto Rico con Chancé y Chantal, una carlino y una pequinesa que no paran de discutir entre ellas. Cuando alguien acaricia a la pequinesa, la carlino se orina sin cesar por todas partes en señal de protesta y empieza a retar a la otra perra durante horas.

Por si esto fuera poco, el conflicto más grande lo tienen con Felipe, el bóxer de Javier. No dejan de provocarle hasta que Felipe acaba por perder la paciencia y las gruñe de forma bastante agresiva. Por este motivo tienen la casa dividida en dos: una parte para Felipe y otra para Chancé y Chantal. Cada vez que tienen que ir a su habitación o al baño tienen que saltar la valla que separa los dos territorios. La situación es insostenible.

Y el último caso de la noche es Rufo. Al perder a su anterior perro, Adoración y su marido, una pareja de jubilados, decidieron ir a la perrera a por un nuevo compañero. En la perrera les aseguraron que Rufo no crecería mucho, pero con el tiempo se ha convertido en un perro grande y sobre todo muy fuerte. Rufo tiene ya dos años, pero su nivel de energía no baja. Salta encima de todo el mundo sin importarle derribarles, tira a César de tal manera en el paseo que muchas veces tiene que abrazarse a los árboles para no caer al suelo.

Las visitas también entran atemorizadas a casa de Adoración y César, conocedores de los grandes recibimientos de Rufo. Cesar capta enseguida el mensaje de Borja y lo pone en práctica. El cambio en Rufo durante el paseo es espectacular desde el momento en que le cambian la correa por una de lazo. Hasta Adoración acaba paseando al perro por el jardín de su casa.