El carbono del permafrost amenaza los objetivos climáticos globales

Permafrost
Permafrost - WIKIPEDIA
Actualizado: martes, 18 mayo 2021 11:27

   MADRID, 18 May. (EUROPA PRESS) -

   El permafrost ártico contiene aproximadamente el doble de la cantidad de carbono que hay actualmente en la atmósfera de la Tierra, y está liberando ese carbono a la atmósfera a medida que se derrite.

   Esas emisiones exacerban el calentamiento, que desencadena un mayor deshielo, lo que podría conducir a un aumento exponencial de las emisiones y al calentamiento en los próximos años. Un nuevo estudio muestra que los presupuestos de carbono actuales no tienen en cuenta estas emisiones de carbono del permafrost y los peligrosos circuitos de retroalimentación climática que desencadenarán.

   Desde que se firmó por primera vez hace más de cinco años, el Acuerdo de París ha puesto el listón en el esfuerzo mundial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, con más de 70 países que han asumido ambiciosas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional que superan los compromisos iniciales establecidos en el Acuerdo.

   Ahora, sin embargo, el nuevo artículo publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), sostiene que el presupuesto de carbono en el que se basan estos compromisos no tiene en cuenta los últimos datos científicos sobre los bucles de retroalimentación del Ártico, y pide a los líderes mundiales que se replanteen los objetivos de emisiones.

   "El calentamiento del Ártico supone uno de los mayores riesgos para nuestro clima, pero no se ha incorporado adecuadamente a las proyecciones y políticas climáticas existentes --afirma Sue Natali, autora principal y directora del Programa Ártico de Woodwell Climate--. Para construir una política eficaz para abordar la crisis climática, es esencial que reconozcamos todo el alcance del problema".

   En la última década, el rápido calentamiento del Ártico ha provocado olas de calor siberianas que han batido récords, incendios forestales extremos en el norte -que liberan cantidades masivas de carbono a la atmósfera-, la pérdida de hielo marino en el Ártico y una aceleración del deshielo del permafrost.

   El permafrost ártico, que lleva miles de años acumulando y almacenando carbono, contiene aproximadamente el doble de la cantidad de carbono que hay actualmente en la atmósfera terrestre, y está liberando ese carbono a la atmósfera a medida que se descongela. Esas emisiones exacerban el calentamiento, lo que desencadena un mayor deshielo, lo que puede llevar a un aumento exponencial de las emisiones y del calentamiento en los próximos años.

   Este nuevo documento muestra que los actuales presupuestos de carbono no tienen en cuenta estas emisiones de carbono procedentes del permafrost, ni los peligrosos bucles de retroalimentación climática que desencadenarán.

   "Basándonos en lo que ya sabemos sobre el descongelamiento abrupto y los incendios forestales, es probable que estos bucles de retroalimentación exacerben sustancialmente la retroalimentación del descongelamiento del permafrost y las emisiones de carbono resultantes --apunta la doctora Rachael Treharne, investigadora de Woodwell y coautora del documento--. A menos que nuestros modelos tengan en cuenta estos efectos previstos, nos faltará una pieza importante del rompecabezas del carbono".

   Para mantener la temperatura de la Tierra por debajo de 1,5 o 2C, el documento recomienda a los responsables de la toma de decisiones que incorporen los últimos datos científicos sobre las emisiones de carbono del Ártico a los modelos climáticos y a los presupuestos de carbono utilizados para fundamentar las políticas, y que actualicen nuestras evaluaciones de riesgo para determinar la rapidez con la que debemos reducir las emisiones para cumplir nuestros objetivos climáticos.

   "La ciencia por sí sola no es suficiente --advierte del doctor Philip Duffy, Presidente y Director Ejecutivo del Centro de Investigación Climática Woodwell y coautor del comentario--. Necesitamos urgentemente la comunicación entre las comunidades científica y política para asegurarnos de que nuestras políticas climáticas sean eficaces a la hora de abordar la escala y el alcance de la crisis climática".

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