Obispos clandestinos y sacerdotes perseguidos en la Europa del Este cuentan su testimonio en 'La gran prueba'

Portada del libro 'La gran prueba'
PALABRA
Actualizado: viernes, 11 mayo 2018 13:12

MADRID, 11 May. (EUROPA PRESS) -

Obispos clandestinos, sacerdotes, religiosos y laicos encarcelados e incluso condenados a muerte en países de la Europa del Este cuentan en el libro 'La gran prueba' (Palabra), del diácono, historiador y exdirector de Ayuda a la Iglesia Necesitada en Francia, Didier Rance, la persecución que sufrieron en el siglo XX, "la más terrible desde los inicios del cristianismo", según indica el autor, pero que no les hizo renunciar a su fe.

Entre los once testimonios que recopila Rance, se encuentran dos obispos y un sacerdote que llegaron a ser cardenales después de la persecución, tres sacerdotes, dos religiosas y tres laicos, dos mujeres y un hombre. "Algunos llegaron a ser considerados héroes en sus respectivos países pero otros fueron hasta su muerte soldados desconocidos de la gran causa de Dios", ha explicado Rance este jueves 10 de mayo durante la presentación del libro en la sede del semanario Alfa y Omega, en Madrid.

En concreto, el libro recoge las vivencias del jesuita albanés Anton Luli, que permaneció más de cuarenta años detenido; del sacerdote bielorruso Kasimiers Swiatek, tres veces condenado a muerte; del sacerdote búlgaro Gavril Belovejdov, superviviente del Gulag de Belene; de Nijole Sadunaite, "la Juana de Arco lituana"; o del que fue jefe en la clandestinidad de la Iglesia greco-católica rumana, Alexandru Todea, que fue creado cardenal en junio de 1991, entre otras.

El origen de este libro se sitúa hace 30 años, cuando Rance, tras diez años de actividades humanitarias y de socorro de emergencia en África, descubrió que "el hombre, aun el pobre, aun en estas situaciones, no vive sólo de pan, sino también de razones para vivir". "Y ¿acaso Dios no sería la más grande? Privar al hombre de Dios, de su libertad para creer o no, ¿acaso no sería un crimen tan grave como privarle de pan?", se preguntó.

Por ello, en el otoño del año 1989 decidió ir a recoger los testimonios de cristianos que habían sufrido la persecución en Europa del Este. Así, con ayuda del fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada, el padre Werenfried, viajó hasta estos países para entrevistarse con un centenar de supervivientes.

"Ninguno de los encuentros que tuve me dejó indiferente. Encontrar a alguien que ha pasado decenas de años, hasta cuarenta años, de su vida, en prisión, torturas, campos de exterminio y en pseudo libertad vigilada, cuando podía ser liberado en todo momento si renegaba de su fe y de su Iglesia, es una experiencia que marca para toda la vida", resume.

El resultado fue una decena de libros de testimonios publicados entre 1995 y 2006, país por país, más dos obras de síntesis. Ahora, ha recopilado once de estas vivencias en el libro 'La Gran Prueba' que bajo el subtítulo 'Europa del Este, testigo de la fe en la persecución' muestra los retratos de once "grandes testigos de la fe".

El autor ha explicado que más allá de la diversidad de personalidades o de la distancia que les separaba, ha descubierto que todos estos cristianos perseguidos de la Europa del Este tenían "puntos comunes", en parte, porque "sus perseguidores compartían la misma ideología contra Dios y contra el hombre".

Entre las semejanzas, encontró que todos habían sido miembros de las Iglesias que más habían sufrido la persecución como "las iglesias católicas totalmente liquidadas en Albania, o las greco-católicas en Bulgaria, en Rumanía y en Ucrania, o bien casi totalmente, como fue el caso de Bielorrusia y Lituania".

Además, casi todos estos testigos tienen en común haber asumido responsabilidades, incluso haber dirigido su Iglesia reducida a la clandestinidad o perseguida; y todos, excepto la esposa de uno de ellos, pasaron por las prisiones y los campos de gulags, soviético u otros.

CONTRIBUYERON A LA CAÍDA DEL COMUNISMO

Asimismo, descubrió que "todos, a su manera contribuyeron a la caída de los regímenes comunistas, no lanzándose en la acción política, sino pidiendo la libertad por su Iglesia con la única arma de su fe y de su valentía"; y que ninguno de ellos se jubiló tras la caída del comunismo en su país, prosiguiendo con su compromiso cristiano, ya fuese a la cabeza de su Iglesia o de su congregación, en una parroquia o al servicio de los más pobres.

El autor reconoce que entrevistar a estos cristianos le ha permitido entender que "no existen dos tipos de cristianos, unos destinados a pruebas, a sufrimientos e incluso a la muerte violenta, y otros, destinados a una vida en la que ser cristiano no costaría más caro que pertenecer a una asociación", sino que ser cristiano "es en todo lugar y siempre exigente" y "merece la pena".

Por ello, considera que en las sociedades actuales "en la que vivir y testimoniar la fe parece volverse más difícil", ofrecer el testimonio de estos hombres y mujeres "que han vivido y testificado de su fe en la persecución y que han aguantado incluso cuando esta les castigaba personalmente y duramente, hasta conducirles a las puertas de la muerte", se convierte en "un gran estímulo".

Durante la presentación, la delegada episcopal de Enseñanza de la archidiócesis y directora de la Oficina de las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española, Inmaculada Florido, ha destacado la importancia de conocer las historias "de salvación" de estos testigos que "difundieron las noticias del cristianismo, que denunciaron las situaciones de injusticia" y que obligan a preguntarse: "¿Estás dispuesto a jugarte el tipo por la Iglesia?".

Además, el director de AIN en España, Javier Menéndez Ros, ha invitado a no quedarse solo con "el horror y las torturas" que se relatan en el libro de aquellos "años oscuros" sino, sobre todo, con "la fuerza de la fe, del perdón y del compromiso con la sociedad y la Iglesia".

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