Erosión del olivar. - ANDALUCÍA - Archivo
JAÉN 17 Jun. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias de la Tierra, Energía y Medio Ambiente (Ceactema) de la Universidad de Jaén (UJA) han desarrollado un método para la monitorización de la erosión del suelo del olivar a partir de la variación de las condiciones pluviométricas, mediante técnicas geomáticas.
"Este proyecto surge como una inquietud común que investigadores de disciplinas diferentes, pero relacionadas con la Tierra, el Medio Ambiente y su observación, tienen respecto a la erosión en el olivar, un problema de especial importancia en el entorno geográfico, social y económico en el que vivimos", ha afirmado el investigador del Departamento de Ingeniería Cartográfica, Geodésica y Fotogrametría de la UJA, Tomás Fernández.
"A través de nuestra investigación, este fenómeno ha sido observado desde el punto de vista geomorfológico, edáfico (suelos), ecológico y climático, y de una forma más patente gracias a las tecnologías geomáticas (imágenes de satélite, drones, LiDAR, sistemas de información geográfica, etcétera), mucho más versátiles y potentes que hace unos años", ha indicado Fernández en un comunicado.
El objetivo de este estudio se ha articulado en torno a la descripción de una metodología para la identificación y cuantificación de la erosión por cárcavas en los olivares jiennenses durante un "largo período", entre 1980 y 2016, basada en la fotogrametría aérea y las técnicas LiDAR y en los datos disponibles en infraestructuras de datos espaciales públicos (SDI) o servidores de descarga de datos.
El análisis se ha realizado a distintas escalas y con distintas técnicas geomáticas. "A nivel regional (provincia) se están empleando técnicas de teledetección espacial combinadas con análisis SIG, mientras que a nivel local (municipios), la fotogrametría y el LiDAR aéreo son las herramientas adecuadas y las empleadas en el artículo publicado en la revista 'Journal of Geoinformation', ha señalado el investigador.
En ellas, a partir de la elaboración de modelos digitales de superficie, se pueden identificar las zonas en las que se producen diferencias de la cota del terreno, tanto negativas (erosión) como positivas (depósito), así como medir estas diferencias y los volúmenes de material removido a lo largo de los años.
Puesto que se dispone de modelos de fechas conocidas (un total de ocho, entre 1980 y 2016), se pueden estimar la tasa de incisión o depósito, y las tasas volumétricas en los periodos de tiempo analizados.
Finalmente, a escala de parcelas se están realizando levantamientos fotogramétricos muy precisos mediante imágenes capturadas desde vehículos aéreos remotamente pilotados (RPAS) o drones, que permiten estudiar los detalles de la evolución de los procesos erosivos por cárcavas.
A partir de este método, han podido establecer una correlación entre los periodos de mayor pluviometría, como el bienio 2009-2011, y en menor medida, otros como 2011-2013 y 1996-2001, y la actividad erosiva. Por el contrario, en los periodos más secos, como el actual, la actividad erosiva desciende "claramente".
"Sin embargo, hay que tener en cuenta que las últimas lluvias importantes (2009-2013) causaron un mayor impacto proporcionalmente al anterior periodo lluvioso (1996-1998), lo que hace sospechar en una aceleración del proceso en los últimos años, por factores que se están analizando en los trabajos en curso, relacionados con el régimen de precipitaciones, los cambios de los usos y manejos del suelo o el efecto de las infraestructuras", ha dicho Fernández.
Así, el investigador ha subrayado como otro de los resultados más destacados que en la zona de estudio se han alcanzado en algunos sectores de las cárcavas descensos de cinco cm en el periodo estudiado (1984-actualidad), y pérdidas de 50 toneladas por hectárea por año (t/ha por año), casi el doble de las pérdidas medias estimadas en la provincia de Jaén en términos medios anuales.
Sin embargo, en los periodos de máxima actividad como el bienio 2009-2001, el descenso llega a ser de medio metro por año y las pérdidas de 450 t/ha por año, prácticamente diez veces las pérdidas medias estimadas.
"Son valores a tener muy en cuenta porque ocasionan pérdidas muy importantes de suelo, así como daños muy importantes en los cultivos y las infraestructuras", ha argumentado Fernández.