Alumnos del IES Híspalis estudian la presencia de metales en los suelos de huertos urbanos. - FUNDACIÓN DESCUBRE
SEVILLA, 30 May. (EUROPA PRESS) -
El proyecto de ciencia ciudadana 'Planta Bienestar' donde estudiantes del IES Híspalis de Sevilla capital han medido los niveles de plomo en una parcela de cultivo del Parque de Miraflores, al norte de la capital, ha presentado este lunes sus resultados. La iniciativa integrada en el programa regional 'Andalucía, mejor con ciencia', impulsado por la Fundación Descubre, y en el que colabora activamente la Diputación de Sevilla a través de su Área de Servicios Públicos Supramunicipales, supone la implicación activa de una comunidad para dar respuesta a un problema cercano.
En este tipo de proyectos, el conocimiento científico se produce con la participación activa de la ciudadanía, que aporta su esfuerzo intelectual, el conocimiento de su entorno o sus propias herramientas y recursos, según explica la citada fundación en un comunicado.
En el acto de clausura han participado los agentes implicados en el proyecto. Así, han asistido la directora de la Fundación Descubre, Teresa Cruz; el teniente de alcalde delegado del Área de Juventud, Ciencia y Universidades y Cooperación al Desarrollo del ayuntamiento de Sevilla, José Antonio Barrionuevo; la asesora del área de Servicios Públicos Supramunicipales de la Diputación de Sevilla, Amanda Copete; el investigador del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (Irnas-CSIC) y asesor científico del proyecto, Rafael López; el presidente de la asociación de hortelanos del huerto urbano de Miraflores, Manuel Fernández y la coordinadora de la iniciativa en el centro, Cristina de la Rosa.
Esta iniciativa se enmarca dentro de la denominada ciencia ciudadana. "Esta nueva forma de generar conocimiento científico involucra a la sociedad en el proceso científico. Este proyecto es un buen ejemplo, donde han trabajado de forma coordinada comunidad educativa y científica, junto con agentes sociales", ha destacado la directora de la Fundación Descubre, Teresa Cruz.
En concreto, las conclusiones de este proyecto, donde los estudiantes se han convertido en científicos-ciudadanos, apuntan a que la concentración inicial de plomo en el suelo era moderada. Sin embargo, el cultivo tanto de especies de invierno y verano han reducido los niveles de este compuesto. En cuanto al tipo de cultivos, las lechugas han extraído más metales que los brócolis.
No obstante, todas las hortalizas son seguras y comestibles. "No se han encontrado en los frutos cantidades peligrosas de plomo ni de otro metal pesado. Por tanto, la fitorremediación del suelo ha sido efectiva. Sin embargo, se necesitaría un periodo de tiempo más largo, ya que la extracción de metales por las plantas resulta lenta", precisa el investigador del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, que ha asesorado al alumnado y a los docentes del centro para garantizar el rigor de los resultados.
Además del análisis de datos, los participantes del proyecto han trasladado algunas recomendaciones a los hortelanos de la asociación del Huerto Urbano de Miraflores que han participado de forma activa en el proyecto. La materia orgánica del suelo contrarresta la disponibilidad de plomo. De esta forma, se recomienda aumentar la capa de suelo orgánico sobre las parcelas con mayores concentraciones de plomo, para evitar que las plantas accedan a los terrenos más contaminados.
Asimismo, las conclusiones del proyecto desaconsejan prácticas como la utilización de restos orgánicos de la cosecha de las parcelas contaminadas para elaborar compost. Esta estrategia habitual recircula los metales pesados, de forma que no se llegan a eliminar y se devuelven de forma más concentrada al suelo.
MÉTODO CIENTÍFICO
El Parque de Miraflores de Sevilla, el huerto urbano más antiguo de España, cercano al centro educativo, ha sido el laboratorio al aire libre para los estudiantes de segundo de bachillerato, 3 de ESO y del programa de mejora del aprendizaje y rendimiento. Allí han trabajado día a día con los hortelanos para mantener los cultivos de las parcelas.
El alumnado partió de estudios anteriores que apuntaban que las concentraciones de plomo en el suelo y los vegetales se encontraban en niveles elevados. Sin embargo, la causa de esa presencia no está probada. De ahí que los participantes hayan acometido una tarea de documentación para determinar la procedencia de este compuesto, mediante fuentes documentales y entrevistas a los vecinos próximos al parque y usuarios del huerto.
"En nuestra encuesta, descubrimos que el problema del plomo es conocido en todos los huertos. Incluso han tomado medidas para arreglarlo, pues en todas las parcelas se han realizado análisis de la tierra para conocer sus concentraciones", relata la coordinadora de la iniciativa en el centro, Cristina de la Rosa.
En cuanto al origen de este metal se apuntan varias hipótesis que tienen en común los compuestos presentes en las pinturas, ya fuesen adheridas a los escombros que había en la zona, ya sea por vertido directo de estos líquidos sobre el terreno.
En paralelo al análisis documental, y con las orientaciones del asesor científico, el alumnado dividió la parcela experimental en distintos sectores. En el primero, que sirve de control, no aplicaron ninguna enmienda, sólo el cultivo de hortalizas en dos épocas: invierno y verano. En la segunda, añadieron cenizas al suelo, así cambia el pH y se bloquea la absorción del metal. En la tercera zona, plantaron especies que absorben plomo como, coles, coliflores o brócoli.
Una vez puesta en cultivo la parcela con la orientación de los hortelanos, se recogieron muestras del suelo y de las plantas, tanto en su parte comestible como de las hojas, para analizar los niveles de contaminación por plomo antes y después del proyecto. A los suelos se les aplicó fluorescencia de rayos X. Esta técnica analiza los elementos químicos presentes, no sólo el plomo, también otros como cobre, zinc, manganeso o hierro