Tribunales.- El acusado de quemar 21 hectáreas de monte achaca la denuncia a su "enemistad" con el jefe de los guardas

Asegura que en el momento del incendio celebraba su cumpleaños y critica la costumbre de recurrir al fuego para producir pasto

Europa Press Cantabria
Actualizado: lunes, 19 enero 2009 17:05

SANTANDER, 19 Ene. (EUROPA PRESS) -

El ganadero acusado de provocar fuego en 21 hectáreas de monte de utilidad pública entre Los Corrales y San Felices de Buelna, P.P.G., achacó hoy la denuncia presentada contra él a su "enemistad" con el jefe de los guardas forestales de la zona.

En la primera sesión del juicio con jurado celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, el acusado, que se enfrenta a peticiones de pena de seis años de prisión e indemnización de 260.000 euros, defendió que ese día se encontraba con su familia celebrando su cumpleaños, y cuestionó tanto el tamaño de la superficie devastada como que el fuego se produjera ese día, cosa que él no vio.

Además, condenó la costumbre ganadera de recurrir al fuego en los montes con la intención de producir pastos, una "mentalidad" propia, dijo, de la gente mayor, pero que los ganaderos jóvenes, con "más documentación", rechazan.

El acusado relató que ese día estuvo cuidando del ganado en sus fincas y que luego ayudó al encargado de la obra en la que trabaja como encofrador a sembrar patatas, para a continuación irse a casa de su madre y celebrar allí el cumpleaños de su familia, lugar donde le fueron a buscar los agentes del medio natural.

Según detalló, los dos agentes, a quienes entonces no conocía, no se identificaron, y uno de ellos le insistió en varias ocasiones a que admitiera los hechos, que aseguraban haber presenciado mientras lo cometía, ayudados de un teleobjetivo para identificarle desde la parte más alta del monte.

El acusado reconoció que en ese momento entró en "cólera", aunque al final se despidió de los agentes "dándoles la mano", y en la sesión de hoy ha pedido perdón por su actitud.

Asimismo les dijo que él no hubiera prendido el fuego, debido a que, al tener un establo a menos de 100 metros del lugar donde comenzó, hubiera afectado a sus reses y su propiedad. También hizo hincapié en que era de noche, con lo que las llamas podían haberle alcanzado a él, sin capacidad de reaccionar.

P.P.G. precisó que desde la altura en que los agentes del medio natural manifestaron haberle sorprendido, en realidad no se puede ver. "Y lo puedo demostrar", aseveró. También afirmó que él ha visto luego a los agentes prender fuego a otra zona forestal, más cercana a la reserva del Saja.

"Que cojan al culpable. Yo me he comido un marrón por tener la estabulación en la zona y una enemistad con el jefe de los guardas", aseveró el acusado ante el jurado al concluir su testimonio.

La defensa señaló que los daños que se denuncian en el monte eran preexistentes al incendio y que los terrenos afectados ya estaban muy deteriorados. También recordó que ese mismo día se detuvo a otra persona por un incendio en la zona, y aseguró que los agentes del medio natural "trabajan para el Gobierno", que lograría una indemnización si P.P.G. es declarado culpable, con lo que le "harían un favor a la empresa".

21 CAMPOS DE FÚTBOL

En marzo de 2005, según el relato de la fiscal, el acusado prendió varios focos de fuego en dos montes, colindantes, de utilidad pública, en los términos de Los Corrales y San Felices de Buelna, que afectaron a una superficie de 21,5 hectáreas, según estimó, el equivalente a 21 campos de fútbol.

La Fiscalía recordó que ese mismo año se produjeron en Cantabria 461 incendios forestales, y sostuvo que el 66% de la superficie forestal cántabra, de la que sólo la mitad es boscosa, podría estar cubierto de árboles y vegetación si se erradicara el pastoreo excesivo y los incendios forestales.

Este ministerio advirtió a los miembros del jurado de que el delito de incendio forestal "no es una chiquillada", y lamentó que "una parte importante de la población ignora o quiere ignorar lo dañino que es el fuego".

Por esto, pide para el acusado una pena de dos años de prisión y la indemnización al Gobierno de Cantabria, titular de estos montes de utilidad pública, en una cantidad de 260.930 euros, además de los gastos de recuperación de esta superficie, las mismas penas que el ejecutivo, que actúa como acusación particular.

El incendio se produjo en terrenos pertenecientes a dos cotos de caza, y además próximos a la Reserva regional de Caza del Saja, por lo que se considera que el monte quemado tenía un valor económico, por albergar especies de caza como jabalí y corzo, y ecológico, por ser reserva de mamíferos, anfibios, aves o reptiles.

El fuego causó una fuerte erosión en el suelo quemado, lo que provoca su empobrecimiento y un deterioro. También se produjeron daños ecológicos, que requerirán labores de restauración, como la reposición de árboles --por un importe cercano a los 10.000 euros-- y la prohibición del pastoreo durante un período mínimo de cinco años, para que las nuevas plantas logren la madurez.

El Gobierno, acusación particular en el juicio, incide en que el día que se produjo el fuego soplaba el viento sur --con rachas de 70 kilómetros por hora--, en los que hay más riesgo de incendios, hasta el punto de que el Ejecutivo había suspendido las quemas controladas de pastos, en una jornada en la que se habían producido otros catorce fuegos.

El Ejecutivo sostiene que P.P.G. pudo quemar el monte "y luego le dio tiempo" a bajar a la casa de su madre a celebrar su cumpleaños. Por su parte, el Ministerio Fiscal pidió al jurado que prestar "atención" a la relación de horas y distancias para determinar si al acusado le dio tiempo o no a estar en ambos sitios a la vez.

RELATO

En este sentido, a preguntas de la fiscal, P.P.G. detalló que ese día, sábado, al librar en su trabajo en la construcción fue a cuidar del ganado. Se levantó entre las nueve y las diez de la mañana, y se tarda quince minutos en llegar de su domicilio en San Felices de Buelna hasta el monte donde se encuentran sus fincas y el establo.

Permaneció allí entre dos y tres horas, de forma que finalizó entre las 12.45 y las 13 horas. De allí fue a su casa, en un trayecto de 20 minutos, comió y el encargado de su obra le pasó a recoger, entre las 14.30 y las 14.45.

Ambos fueron a Casar de Periedo, hasta donde se tarda en llegar unos 30 minutos, y estuvieron sembrando patatas hasta las cinco de la tarde. De ahí, el acusado marchó a Somahoz, en Los Corrales, a la casa de su madre, con un trayecto que tiene una duración de unos 30 minutos.

Estuvo un tiempo con su familia, y no salió de la finca en ningún momento. En el recinto hay una nave con el ganado de su hermano, al que estuvo observando y atendiendo entre media hora y tres cuartos de hora.

El acusado reiteró que su cabaña se encuentra a siete kilómetros de distancia de ahí, pero que hay un tramo de aproximadamente un kilómetro que no se puede hacer en coche debido a que no habían finalizado los trabajos de una pista forestal para acceder. En total, se tarda entre 15 y 20 minutos en llegar.

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