VALLADOLID 20 Ene. (EUROPA PRESS) -
El arzobispo de Valladolid, Braulio Rodríguez, aseguró que es falso el eslogan que dice que "cada uno tiene su verdad, que ésta no existe en sí y que se puede relativizar todo" ya que, según precisó, "no vivimos en un mundo irracional o sin sentido, hay una lógica moral que ilumina la existencia humana y hace posible el diálogo entre los hombres y los pueblos".
En su carta pastoral de este domingo que lleva por título 'La gramática que enseña a todos a leer' y recogida por Europa Press, el prelado vallisoletano precisó que esa gramática "es el conjunto de reglas de actuación para cada persona y de relación entre las personas en justicia y solidaridad, que está inscrita en las conciencias, y que los creyentes decimos que refleja el sabio proyecto de Dios".
Asimismo, Rodríguez preció que "no es muy razonable" creer el eslogan que dice que cada uno tiene su verdad, ya que, según matizó, "el ser humano es alguien capaz de conocerse, de entregarse libremente, de entrar en comunión con otras personas; es capaz de tareas comunes con otros, de ponerse de acuerdo en una respuesta coherente con un plan que está por encima de él".
Al respecto, para el arzobispo de Valladolid el criterio en que debe inspirarse dicha respuesta "no puede ser otro que el respeto de la gramática escrita en el corazón del hombre por su divino Creador", tal y como afirmó el Papa Benedicto XVI, a lo que añadió que "los pueblos pueden acercarse así al misterio más grande, que es el misterio de Dios. Ahí está también la base del reconocimiento y el respeto de la ley natural, que es el fundamento para el diálogo tanto entre las diversas religiones como entre creyentes y no creyentes".
Por otro lado, Braulio Rodríguez se refirió a la necesidad de "respetar la dignidad de cada ser humano, pues no se puede disponer libremente de la persona" a lo que añadió que "el derecho a la vida hace conocer a todos los estragos que hacen las guerras, el terrorismo, las diversas formas de violencia, la muerte silenciosa provocadas por el hambre, el aborto, la experimentación de embriones y la eutanasia".
En esta línea, el prelado vallisoletano afirmó que todos "conocemos la igualdad de todas las personas, las desigualdades injustas en el acceso a los bienes esenciales como la comida, el agua, la casa y la salud, conocemos las desigualdades insoportables entre hombre y mujer o la en ocasiones insuficiente consideración de la condición femenina" y concluyó que "todo esto está inscrito en esa gramática natural de la que habla el Papa".