'La espía de cristal' bebe de sus recuerdos como observador de paz para la ONU en Kosovo
BARCELONA, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
El policía y escritor Pere Cervantes ha retratado el uso de mujeres como "arma de guerra" en la guerra de los Balcanes en la novela 'La espía de cristal' (Destino), construida a partir de sus recuerdos como observador de paz para la ONU en Kosovo a finales de los 90.
En un encuentro con medios este viernes, Cervantes ha explicado que conoció a mujeres kosovares violadas que trabajaban como intérpretes para la ONU --en total, se calcula que hubo unas 20.000 violaciones por parte de paramilitares serbios que "confundieron la conquista de la tierra con el cuerpo de la mujer", en palabras del escritor--.
"Una de ellas hablaba, no de su violación, pero sí de cómo se estaba sintiendo, de su rabia, sus ganas de venganza", ha rememorado, añadiendo que se mostraba indiferente si visitaba una escena de un crimen contra una familia serbia.
Estas vivencias, sumadas a los miedos que sintió en su misión, le aportaron "material de novela", y al sentirse más seguro como escritor tras publicar varios volúmenes como 'El chico de las bobinas', 'Tres minutos de color' y 'Golpes', Cervantes se empezó a documentar y a pensar una trama a partir de sus recuerdos.
Así, 'La espía de cristal' novela la desaparición de la periodista e intérprete kosovar Taibe Shala en 2019: su hija pedirá al reportero de guerra Manu Pancorbo y a la fotoperiodista Olga Balcells (personaje que homenajea a Sandra Balcells) que investiguen el suceso.
La trama alterna dos escenarios temporales: el 1999 inmediatamente posterior al fin de la guerra en Kosovo, cuando Taibe Shala se enfrenta a los traumas que ha vivido en propia carne durante el conflicto, y el 2019 en el que la periodista desaparecida es un personaje más poliédrico y cercano al poder kosovar.
Entremedias, Cervantes inserta una trama de espionaje a partir de hechos reales: en 2008 se detuvo a tres agentes de inteligencia alemanes en Kosovo bajo la acusación de estar implicados en un atentado en la capital, Pristina.
El escritor ha retratado los Balcanes como una "tierra hostil pero acogedora", y el carácter de sus gentes como frío de entrada, con un humor cínico pero buen corazón, y ha recordado que un matrimonio al que visitó con la ONU le ofreció la última manzana de su árbol.
"Antes de ir allá era más egocéntrico. Ahora soy otro", ha confesado, añadiendo que se sentía en deuda con sus recuerdos de Kosovo y ahora que los ha usado en una novela siente que lo ha sacado todo y volverá a dedicarse a otras temáticas.
NOVELA "ANTIBELICISTA"
Todo ello converge en una novela "antibelicista", en palabras de su autor, que busca narrar las consecuencias de la guerra, no el propio conflicto en sí, porque él llegó a Kosovo una vez saldadas las hostilidades.
También se interroga si el reporterismo de guerra tiene sentido, porque los periodistas se sienten fracasados por no lograr parar el conflicto con sus crónicas, y ha indicado que hace falta tener "higiene mental" cuando se consumen noticias bélicas.
Kosovo está, en su opinión, todavía en "posguerra", y Cervantes ha asegurado que rehúsa posicionarse sobre el no reconocimiento de España a la independencia del territorio, pero sí señala que el Gobierno apoyó, como miembro de la OTAN, al ejército kosovar ante el poder serbio.
