LONDRES, 16 Sep. (EUROPA PRESS) -
Mucho ha llovido desde que aquel 15 de septiembre de 1984, cuando el Príncipe Carlos de Inglaterra y su entonces esposa la Princesa Diana de Gales daban la bienvenida al mundo a su segundo hijo Enrique.
Veintisiete primaveras son las que han pasado desde entonces porque esta semana el joven Príncipe ha celebrado su cumpleaños. Veintisiete años que demuestran que ya nada tiene que ver con aquel niño tímido pelirrojo que apreciamos en la imagen de la izquierda.
Desde que este pasado agosto rompiera su relación con la modelo de lencería Florence Brudenell-Bruce, ha vuelto a lo más alto de las lista mundial de los solteros de oro. Sin embargo, él hace oídos sordos a todo esto.
No obstante, su fama de juerguista sigue intacta. De hecho a pesar de que su estilo de vida parecía haber dado un giro en este último año, el Príncipe Enrique sigue protagonizando escenas que, suponemos, no son muy bien vistas en la Casa Real Británica.
Sin ir más lejos, este agosto ha disfrutado de más de una fiesta. Primero pasó unos días en Mallorca junto a un amigo. Y a finales del mes, viajó a Croacia donde acudió a uno de los locales de moda donde el joven no dudó en bailar e incluso remojarse en la piscina de la discoteca.
En cualquier caso, Enrique también ha demostrado al mundo su cara más seria durante los últimos años. Es más, hace solo unos días, el joven protagonizaba una estampa de lo más solidaria.
Junto a sus primas Beatriz y Eugenia, su tía Sarah Ferguson, Ronnie Wood y la modelo Eva Herzigova, Enrique acudió a la "City" de Londres, donde se convirtió en corredor de bolsa por un día, batiendo además, un récord mundial en una sesión benéfica de los mercados.
Enrique completó una transacción de más de 18.000 millones de euros que se destinarán a diferentes fundaciones benéficas.
Parece que desde que su hermano, el Príncipe Guillermo, contrajo matrimonio con la Princesa Catalina, al joven Enrique no le ha quedado más remedio que recortar las apariciones públicas no deseadas por la familia.
Con sus 27 años recién cumplidos, ya no se podrá escudar en la adolescencia para justificar sus actos menos apropiados para un miembro de familia Real.