Crítica de Operación U.N.C.L.E.: Guy Ritchie y Peppino Gagliardi

Actualizado: viernes, 14 agosto 2015 10:20

MADRID, 14 Ago. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -

   ¿Cómo conseguir que aquella época gélida y oscura que fue la Guerra Fría aparezca ante nuestros ojos de forma atractiva, elegante e incluso glamourosa? La respuesta a esta a todas luces intrascendente pregunta nos la sirve Guy Ritchie en Operación U.N.C.L.E., la adaptación de la serie de televisión homónima que el británico convierte en un ejercicio de estilo tan atractivo visualmente como olvidable.

   Ritchie, que sigue sin dar con la tecla que apretó en su notable debut Lock & Stock (1998) y en aquella sucia genialidad que fue Snatch. Cerdos y diamantes (2000), rescata el punto de partida de la serie El agente de CIPOL que en los sesenta protagonizaron para NBC Robert Vaughn y David McCallum.

   Ellos fueron durante más de un centenar de capítulos los encargados de dar vida a dos espías, uno estadounidense y otro ruso, que se ven obligados a trabajar codo con codo en plena Guerra Fría bajo las siglas de U.N.C.L.E., una agencia secreta internacional que se enfrenta a amenazas de índole planetaria.

   Henry Cavill (El hombre de Acero) y Armie Hammer (El Llanero Solitario) son los encargados de interpretar a los dos protagonistas en esta adaptación para la gran pantalla. Una actualización en la que evidencian todas las limitaciones interpretativas que ya han exhibido, junto a su incuestionable buena percha, en trabajos anteriores.

   Y entre capitalista y comunista aparece Gaby, una joven a la que da vida Alicia Vikander y que se convierte en la llave para conseguir frenar las ansias imperialistas y aniquiladoras de unos villanos con nostalgia nazi.

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   Alianzas inesperadas, traiciones, persecuciones, tiroteos... todos los elementos clásicos del género de espías pasan por la centrifugadora de Ritchie, que entrega su peculiar y enérgica forma de hacer y entender el cine a la causa. Pero ni sus seductoras tretas visuales, ni el excelente diseño de producción, son suficientes para salvar una cinta cuyo esqueleto argumental es mucho más débil que todos los arabescos que debe soportar.

   Y ante esa evidencia -la física no es agente doble, no engaña- pasa lo que tarde o temprano tenía que pasar, es decir, que el lujoso castillo de naipes se desploma irremediablemente dejando a Operación U.N.C.L.E. a mucha distancia de sagas como Misión Imposible o James Bond, sus competidores naturales. Esó sí, es de agradecer que Ritchie nos regale el derrumbe a ritmo del gran Peppino Gagliardi.

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