Publicado 13/10/2020 11:57

Manos Unidas denuncia la indiferencia internacional ante 1.300 millones de personas en situación de pobreza

Dos mujeres en la localidad peruana de Cutervo.
Dos mujeres en la localidad peruana de Cutervo. - MANOS UNIDAS.

   MADRID, 13 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Manos Unidas ha denunciado la indiferencia internacional ante la dramática realidad que viven 1.300 millones de personas afectadas por la pobreza. Con motivo del Día Mundial de la Alimentación y el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, la ONG recuerda que, a los 690 millones de personas que padecen hambre en el mundo, se sumarían entre 83 y 132 millones más a raíz de la crisis generada por el coronavirus, según estimaciones del último informe publicado por FAO.

   Para la ONG, los avances siguen siendo "lentos e insuficientes para alcanzar las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la erradicación del hambre y la pobreza". A tenor de los datos ofrecidos por Naciones Unidas, "el escenario es alarmante, ya que el hambre en el mundo no ha dejado de aumentar" desde 2014 y se estima que, el pasado año, cerca de 2.000 millones de personas no pudieron acceder regularmente a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes, el 21,3 % (144 millones) de los niños menores de cinco años sufrió retraso del crecimiento y el 6,9 % (47 millones) emaciación o adelgazamiento patológico.

   "Desde hace décadas sabemos que el sufrimiento de tantas personas no se debe a la escasez de recursos ni a causas naturales, sino a estructuras injustas y relaciones que están basadas en la desigualdad", ha afirmado Fidele Podga, coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas.

   "La inequidad en el acceso a los bienes, el consumismo de los más ricos, los intercambios comerciales injustos, las consecuencias del cambio climático, el acaparamiento de tierras con fines extractivos y agroindustriales, la especulación con el precio de los alimentos, un sistema alimentario que no está diseñado para satisfacer las necesidades de la gente, las guerras y conflictos interesados y, la explotación de unas personas por otras y de unos países por otros", están detrás de esta situación.

   A estas causas se añade, según Podga, la "indiferencia cómoda, fría y globalizada" a la que se refiere el papa Francisco en Fratelli Tutti, la encíclica publicada el 3 de octubre. "Esta indiferencia -explica Podga- caracteriza al mundo contemporáneo y nos empuja a ensimismarnos y desentendernos de los demás. Creemos que es urgente despertar de este ensimismamiento y actuar, sacando fuerzas de donde podamos, porque no queremos dar ningún paso atrás en la lucha contra el hambre".

   Desde el Área de Proyectos de Manos Unidas y basándose en estimaciones de Naciones Unidas, Encarni Escobar asegura que "la crisis sanitaria, económica y social desatada por el coronavirus amenaza con echar abajo una década de avances frente a la pobreza. La pérdida de ingresos, los frágiles sistemas de protección social y el aumento de los precios están afectando mayormente a las personas más vulnerables y están empujando al hambre a poblaciones que antes estaban a salvo, como los 29 millones de latinoamericanos que, según alerta CEPAL, caerán bajo el umbral de la pobreza a causa de la pandemia".

    "En Perú, el confinamiento y el cierre de los mercados mayores ha hecho mucho daño a las familias campesinas porque los precios de los productos agrícolas bajaron y, con ellos, los ingresos con los que cuentan para subsistir", ha afirmado María del Carmen Parrado, coordinadora de ESCAES, socio local de Manos Unidas en el país.

   En Mzimba, Malaui, comunidades campesinas golpeadas por el hambre, las sequías y los desastres naturales se esfuerzan por garantizar su alimentación en un contexto agravado por el coronavirus. "Lo "normal" en esta zona es hacer una comida al día a base de una papilla de harina de maíz", dice Beatriz Hernáez, responsable de proyectos de Manos Unidas en Malaui.

   Algo similar sucede en Badibahal, India, donde el cierre de los circuitos comerciales provocó la pérdida de la práctica totalidad de la cosecha de primavera, a excepción de lo poco que los campesinos pudieron vender "puerta a puerta". Como relata la hermana Shanti Priyal, del Centro de Desarrollo Social Bethany, socio local de Manos Unidas.

   Para Manos Unidas, la magnitud de esta crisis empuja a asumir retos que "no son nuevos pero sí ineludibles, ya que es más necesario que nunca acompañar a la población excluida y consolidar su resiliencia y sus medios de vida con el apoyo de nuestros proyectos", ha afirmado Encarni Escobar.

   El primer reto es garantizar el acceso a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes. Para ello, Manos Unidas apoya iniciativas agroecológicas de pequeños agricultores, trata de asegurar fuentes de agua adecuadas y refuerza los sistemas de procesamiento y comercialización.

   El segundo reto es conseguir que las organizaciones locales sean "cada vez más fuertes y estables para que reivindiquen y defiendan sus derechos", ha comentado Encarni Escobar.

   Fidele Podga habla de un tercer reto, "quizás el más importante y el más complejo: transformar estilos de vida y consumo para que sean una auténtica vacuna contra el hambre y la pobreza". Podga ha animado a que cada persona se haga varias preguntas: "¿qué como?, ¿cuánto como?, ¿cuánto tiro a la basura?, ¿dónde compro?, ¿quién lo produce?, ¿dónde lo produce?, ¿cómo lo produce?, ¿para qué lo produce?, ¿dónde invierto mis ahorros?".

   Para el coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas, "no se trata de responder a estas preguntas con ánimo acusador ni culpabilizador, sino con profunda responsabilidad, para que ayude a situarse entre los dos tipos de personas que identifica el Papa en su última encíclica: "las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo".

Leer más acerca de: