El director del sello Fairtrade en España, Pablo Cabrera, valora en esta entrevista los últimos datos del Comercio Justo en el país y habla de hacia dónde camina la certificación.
.- El Comercio Justo facturó 26 millones de euros de 2011 en España, lo que supone un aumento de un 16,8 por ciento respecto al año anterior. Dentro de los productos comercializados, los certificados por Fairtrade casi duplicaron su facturación. ¿Los productos ya certificados venden más o Fairtrade certifica más productos?
La clave de ese aumento, en el caso de los productos certificados Fairtrade, está en la ampliación y diversificación de los canales de venta. La facturación en supermercados, máquinas ''vending' y cadenas de hostelería ha aumentado este año en torno a un 40 por ciento. También hay que mencionar, por supuesto, que cada año se unen nuevos licenciatarios que certifican más productos. Actualmente, hay en España 70 empresas licenciatarias que ofrecen cerca de 400 productos, 40 de estas empresas tienen su sede en España y durante 2012 ya hemos firmado 7 contratos nuevos.
.- ¿Qué tipo de productos son los que más se certifican? ¿Hay algún producto que, por sus características, sea difícil de certificar?
El producto estrella de Comercio Justo sigue siendo el café. Si la alimentación supone un 88 por ciento de las ventas de Comercio Justo en general, el café se lleva casi la mitad de ese pastel, seguido por los dulces (azúcar, cacao), que supone casi un 35% y muy por encima de la relevancia relativa del té (2 por ciento). Obviamente, esto varía en función de los gustos y costumbres de cada país. En Reino Unido el consumo de té es, por ejemplo, infinitamente mayor.
En cuanto a productos no tan aptos para la certificación, quizá el más obvio es la artesanía. Pero en términos generales, cualquier producto que solo mueve volúmenes pequeños o varía los componentes o ingredientes es más apto para ser comercializado por entidades sin ánimo de lucro que garantizan con su nombre y sus propios procesos la procedencia de Comercio Justo. La certificación Fairtrade, a cambio, tiene mayores ventajas en productos agrícolas puros que mueven mucho volumen.
.- ¿Tienen acuerdos con grandes cadenas de supermercados para distribuir productos con el sello Fairtrade?
La buena noticia es que en España ahora mismo casi todas las cadenas de distribución ofrecen algún producto de Comercio Justo a sus clientes. Si ese producto no es de marca blanca, la cadena no tiene un contrato específico con Fairtrade España. El contrato lo tiene la empresa o la ONG dueña de la marca del producto.
Lo que aún nos separa del norte de Europa en cuanto a la distribución es que las cadenas suelen ofrecer tan solo uno o dos productos con garantía Fairtrade de una o dos marcas. Para aumentar el impacto de Comercio Justo y convertir los productos en una alternativa relevante y accesible, es necesario conseguir que tanto las cadenas de distribución como las de restauración y hostelería tengan muchos productos, a ser posible de muchas marcas diferentes y de muchas clases.
Si en vez de tener un chocolate de Comercio Justo de una marca determinada, ofrezco 15 productos hechos con chocolate Fairtrade de varias marcas y en distintos formatos, pues es mucho más probable que se venda más. Y, desde la perspectiva de los clientes interesados en un comercio más justo, pues es más fácil que encuentren un chocolate que realmente les guste y lo compren por dos razones muy importantes: por apoyar el bienestar de los productores en el Sur y también porque les encanta justamente ese chocolate con almendras de la marca X.
.- Muchos se imaginan al comprador de Comercio Justo como alguien concienciado que acude a la tienda de alguna ONG. ¿Ha cambiado este prototipo? ¿Cómo es el nuevo consumidor?
Yo creo que sí. Y ya no somos unos pocos concienciados, que además somos activistas. Un perfil que sigue siendo necesario, pero que es insuficiente si queremos provocar un cambio global. La sociedad cada vez está más concienciada en su conjunto, como nos dicen los estudios, y los consumidores ya no solo exigimos calidad y buenos precios, sino que queremos algo más.
Según la última encuesta global de Nielsen --proveedor de información clave sobre tendencias de compra--, un 46 por ciento de consumidores en el mundo está dispuesto a pagar un extra por aquellos productos o servicios que provengan de compañías que desarrollan programas beneficiosos para la sociedad.
El Sello Fairtrade es, a la vez, la certificación social y de desarrollo de mayor reputación y con el mayor nivel de notoriedad en todo el mundo. En Europa, siete de cada diez consumidores reconocen este sello y de las personas que lo reconocen, nueve de cada diez confía en él como signo de garantía ética.
.- Cree que si no nos encontrásemos en una época de crisis, ¿habría más consumidores de productos de Comercio Justo todavía? ¿Más productos certificados?
Es difícil preverlo, porque, a pesar de la crisis, el consumo de productos de comercio justo sigue creciendo. De todos modos, y a pesar del crecimiento continuo de las ventas, el consumo de productos de Comercio Justo en España se sitúa aún lejos de la media europea. El gasto medio por habitante en 2011 fue en nuestro país de 0,55 euros, unas diez veces menor que en el resto del continente o en países como Francia o Alemania y muy lejano de los niveles de Suiza (29 euros por habitante y año) o Reino Unido (24 euros). Quizá, hasta que nos coloquemos en estos niveles, las ventas sigan creciendo a pesar del contexto económico.
También creo que sin la situación de crisis que atravesamos, las empresas se animarían más a invertir en el Comercio Justo como una herramienta interesante de Responsabilidad Empresarial. Nosotros tratamos de fomentar el Comercio Justo en el sector empresarial desde varios ángulos.
El más obvio es el de trabajar con las marcas de alimentación para que lancen nuevos productos con las garantías de la certificación Fairtrade. Otro es el de convencer a las empresas de distribución y restauración para que incluyan los productos de Comercio Justo en su surtido habitual y los ofrezcan a sus clientes. Y la tercera vertiente de trabajo es el contacto con todas las empresas para que se conviertan en agentes del cambio y multiplicadores, optando por comprar productos de Comercio Justo para su consumo interno.
.- ¿Qué otras consecuencias ha tenido la crisis en el Comercio Justo?
Los que más notan la crisis son las personas en los países en vía de desarrollo, tanto los pequeños productores como los trabajadores. Notan, sobre todo, la mayor volatilidad en los mercados internacionales de alimentos. Los que trabajan con Fairtrade en situación de precios bajos se pueden apoyar en el precio mínimo garantizado por su producto, pero no siempre venden toda su producción a través de los canales Fairtrade. Si no estuviéramos en situación de crisis en Europa, es probable que el Comercio Justo creciera más rápidamente y podrían colocar su producto con más facilidad.
Por otro lado, tanto las organizaciones de productores en el Sur, como las ONG de Desarrollo en España sufren por el recorte tan grande de la ayuda a la Cooperación para el Desarrollo, que ya tan solo alcanza un 0,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), muy alejado del ya simbólico 0,7 por ciento al que se aspira en el mundo desarrollado.
Aunque bien es verdad que el Comercio Justo plantea una alternativa comercial que es viable y sostenible por si sola y no precisa obligatoriamente de subvenciones para sobrevivir, no tenemos que perder de vista que el trabajo de concienciación y sensibilización en los países industrializados aporta mucho para dar mayor notoriedad e impacto en este ámbito. Por eso, la práctica ausencia de apoyo público en términos económicos está teniendo un impacto negativo sobre el sector.