Actualizado 03/03/2009 16:39

La Fiscalía mantiene su petición de 40 años para el presunto asesino de la catana por matar a su hermana y su padre

Aunque el acusado sólo asume la muerte de su progenitor, la acusación pública entiende que ambas llevan el mismo sello por su "brutalidad"


VALLADOLID, 3 Mar. (EUROPA PRESS) -

El Ministerio Fiscal mantuvo hoy invariable su petición global de cuarenta años de cárcel para el vallisoletano Ismael V.S. como autor del doble asesinato de su hermana, María Victoria, y del padre de ambos, Luis Mateo V, a los que, según considera probado la acusación pública, dio muerte en junio de 2007 en el domicilio familiar utilizando un cuchillo de cocina de 15 centímetros de hoja y una catana o espada samurai de 69 centímetros de filo.

La representante de la acusación pública, durante la cuarta sesión del juicio celebrado en la Audiencia de Valladolid por el procedimiento de jurado popular, fundamentó su convicción sobre la doble autoría por parte de Ismael--él sólo reconoce haber dado muerte a su progenitor--en que los cadáveres de sus familiares presentaban el mismo sello de "brutalidad", en referencia a que la hermana recibió quince cuchilladas, ocho de ellas centradas en la zona del corazón, y el padre hasta un total de veintinueve espadazos.

"Se trata de dos ataques brutales, salvajes, lo que denota que en ambos casos el autor es el mismo", sentenció la fiscal, descartando así la versión de Ismael de que su padre, un hombre violento y alcohólico que sometió a la familia durante más de treinta años a una auténtica tortura, acabó inicialmente con la vida de su hermana armado con un cuchillo de cocina y que el acusado, al encontrarse segundos después a su progenitor en la escalera de la vivienda, se limitó a defenderse usando una catana porque creyó que él sería el siguiente.

LOS HECHOS

Sobre cómo ocurrieron los hechos, la acusadora mantuvo que fue el acusado quien sobre las 17.00 horas del día 26 de junio de 2007, una vez que su madre se ausentó del piso, sito en el número 79 de la calle Hogar, en el barrio de Girón, para ir a trabajar, se introdujo en la habitación de su hermana cuando ésta se hallaba "desprevenida o probablemente dormida" y la acometió hasta en quince ocasiones en la zona del pecho con un cuchillo, "con la clara intención de acabar con su vida, tanto por la forma del ataque como por la dirección de las lesiones".

Acto seguido, el acusado salió del dormitorio y se apostó en lo alto de la escalera blandiendo una catana con la que esperó a su padre cuando éste, que se encontraba en el salón de la planta baja echando la siesta o viendo la televisión, comenzó a subir las escaleras tras escuchar gritar a la hija.

"Al ver asomar su cabeza, Ismael le lanzó un primer golpe que le seccionó la carlota craneal y cortó una rodaja del cerebro", especificó la fiscal, quien añadió que a ese primer golpe, que hizo caer por la escalera a la víctima, siguieron otros muchos más hasta un último sablazo "de remate" que entró por la zona izquierda del tórax del progenitor, quien yacía en ese momento en el suelo boca abajo y sobre un charco de sangre, y salió por esternón tras atravesar el corazón de parte a parte.

Con posterioridad, siempre según la versión de la acusadora, el procesado colocó el cuchillo de cocina junto al cadáver del padre en la planta baja del piso para dar más credibilidad a la versión posterior que daría sobre que su progenitor había sufrido un ataque de locura y había acabo con la vida de su hermana.

Sin embargo, la fiscal insistió en que Ismael es el autor de ambas muertes y que éstas se produjeron de forma "sorpresiva, inesperada y brutal", sin dar oportunidad a las víctimas a reaccionar, al tiempo que, en alusión a un posible móvil, recordó que el acusado denunció en su día haber sufrido maltrato tanto por parte de su hermana como de su padre.

Respecto del estado mental del imputado, la representante del Ministerio Fiscal sí reconoció la existencia de un trastorno esquizoide de la personalidad, tal y como refirieron los forenses, pero rechazó que ello afectara a su imputabilidad pues, como así incidió, "cuando realiza los hechos sabe lo que hace y es dueño de sus actos. Es cierto que Ismael tiene una forma distinta de vivir sus emociones que le llevan al aislamiento, hasta el punto de pasarse cuatro años en los que sólo ha salido de casa para renovarse el DNI o realizar alguna gestión personal, pero eso no quiere decir que no sepa lo que es la realidad".

EL PADRE NO MERECÍA MORIR

Finalmente, además de rechazar que el joven actuara en legítima defensa o movido por un miedo insuperable, la fiscal no quiso concluir su alegato sin recordar antes a los miembros del jurado que el progenitor del acusado, que está muerto y no puede ya hablar, no está siendo juzgado. "Este juicio se sigue contra Ismael, y en el supuesto de que su padre fuera un ser tan terrible como aquí se ha dicho no pueden llegar a la conclusión de que merecía morir para que su familia pudiera vivir en paz", aseveró.

Por su parte, el letrado de la defensa, quien tan sólo imputa a su patrocinado el homicidio del padre pero solicita una sentencia absolutoria al concurrir en los hechos la eximente completa de enfermedad mental, junto con legítima defensa y miedo insuperable, y pide su internamiento por espacio no superior a cinco años para recibir el tratamiento oportuno, calificó como "clave" del proceso que el jurado valorara el maltrato o "infierno" al que Luis Mateo V. sometió durante toda su vida a su mujer e hijos y la repercusión que ello tuvo en Ismael y en su estado mental.

El abogado mantuvo que a lo largo del proceso no se presentó una sola prueba que avale una tesis distinta a la mantenida por la defensa, es decir, la de que el padre mató primero a la hija y que luego su patrocinado, tras escuchar los gritos de su hermana, saliera de la habitación y acabara con la vida de su progenitor para salvarse. "¿Al ver a su padre en la escalera con un cuchillo de cocina en las manos no es lógico que pensara que el siguiente era él?", preguntó el letrado.

EN ESPAÑA NO ESTÁ EL CSI

Además, buena parte de la exposición realizada por el defensor de Ismael se centró en desacreditar la investigación realizada por la Policía Nacional, cuyos métodos en su opinión, al menos en este caso, en nada se parecen a los de la serie televisiva de CSI, en referencia a que no se llegaron a tomar huellas dactilares de las armas utilizadas en ambas muertes, el cuchillo y la catana, o que por ejemplo tan sólo se analizaran de forma aleatoria en el Instituto Nacional de Toxicología tres manchas de las ropas del padre, en lugar de hacer un exhaustivo informe de todas ellas para averiguar si había ADN de la hija y poder determinar así si ésta murió a manos de su progenitor.

En cambio, como pruebas que podrían avalar la tesis de la defensa citó las fibras de diversos tejidos halladas en las uñas de la hija, compatibles con las prendas que el día de autos llevaba el padre, así como restos epiteliales de María Victoria y Luis Mateo encontrados en el mango del cuchillo de cocina. "¿Por qué no podemos pensar que el padre, empuñando ese cuchillo, pudo trasferir sus epiteliales mientras acuchillaba a la hija?", interpeló igualmente al jurado.

El abogado mantuvo asimismo la inimputabilidad de Ismael apoyado en el informe de un psiquiatra, el mismo que trató al acusado a partir de 2004 tras protagonizar un intento de suicidio y que certifica que padece una esquizofrenia simple que le impide discernir entre el bien y el mal.

"El único experto en Psiquiatría, además con treinta años de experiencia en la sanidad pública, es el que ha declarado aquí que mi patrocinado no es responsable desde el punto de vista penal", aseveró el defensor, quien pidió al jurado que tuviera en cuenta el matrato continuo sufrido por Ismael a manos de su padre pues, "aunque nadie tiene derecho a tomarse la Justicia por su mano, los treinta años de sufrimiento que ha tenido hasta ahora no se los quita nadie".