Actualizado 16/03/2009 15:18

Dos años de internamiento para un menor que acuchilló a otro en una pelea durante los carnavales de Santoña (Cantabria)

La víctima perdió un riñón por la acción del agresor, a cuya madre se la reprocha la falta de autoridad


SANTANDER, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -

La Audiencia Provincial de Cantabria ha condenado a dos años de internamiento a un menor de edad que agredió a otro, al que acuchilló y provocó la pérdida de un riñón, en el transcurso de una pelea durante los carnavales de Santoña de 2007.

En la sentencia, emitida por la Sección Primera y hecha pública hoy, se impone la medida de dos años de internamiento en régimen semiabierto, con un período final de un año de libertad vigilada, al considerar la magistrado María Rivas Díaz de Antoñana que el menor, pese a tener una familia estructurada, no contó con un círculo familiar y escolar "adecuado".

Así, se incide en que su madre "no ha tenido autoridad sobre él", de forma que el condenado "ha llevado una vida sin normas, horarios ni control de sus amistadas", lo que ha tenido como consecuencias un rendimiento escolar "ínfimo", con un absentismo "muy elevado". En el plano personal presenta, un "escaso control emocional" y tiene tendencia a responder de forma agresiva en situaciones de presión.

"El mismo entorno familiar y escolar que hasta la fecha de los hechos resultó insuficiente no ofrece garantías de que ahora pueda conseguir lo que durante muchos años no pudo", justifica la sentencia, que también establece una indemnización de 45.591 euros al menor que perdió el riñón y de 1.607 a otro joven que también fue agredido.

Según relata el fallo, en febrero de 2007, durante la celebración de los carnavales de Santoña, se produjo una discusión entre un grupo de jóvenes de esta localidad y otro de Astillero, de donde procedía el menor condenado.

En un momento apareció una navaja, cuya propiedad no ha quedado acreditada, pero que acabó en manos del acusado, quien la empleó a modo de abanico para tratar de mantener al otro grupo alejado, pero pese a lo cual provocó una herida en el brazo a uno de sus miembros.

Entonces otro joven se acercó por detrás y le propinó un puñetazo en la cabeza, por lo que el menor condenado huyó, metiéndose en una de las carpas de la plaza, donde le alcanzo el que luego sería acuchillado --y que no estaba en el grupo inicial de quienes le estaban acorralando--.

Ambos iniciaron un forcejeo, en transcurso del cual el condenado sacó la navaja que llevaba y se la clavó en el abdomen. Mientras el agresor huía, la víctima fue trasladada al Hospital de Laredo, donde se le tuvo que someter a una intervención quirúrgica urgente, ante la gravedad de sus lesiones internas. De hecho, la sentencia incide en que existió riesgo vital de no haberse practicada la operación.

Como secuelas, el joven perdió el riñón izquierda y tardó siete meses en recuperarse totalmente. El otro miembro del grupo que fue agredid, de menor gravedad, sufrió como secuela una cicatriz, y el condenado tuvo un traumatismo craneoencefálico que requirió sutura, por el puñetazo en la cabeza.

"MÍNIMA TOLERANCIA A LA FRUSTACIÓN"

Del condenado se describe su "mínima tolerancia a la frustración" y su "marcado egocentrismo", así como las "serias dificultades para empatizar" y una "dureza emocional marcada". También se reseña su "escaso control emocional", de forma que se altera fácilmente ante las contrariedades y tiende a responder de forma agresiva en momentos de presión en los que se siente amenazado.

Además, se hace hincapié en que tras los hechos, sigue sin admitir la agresión y no muestra arrepentimiento alguno, hasta el punto de que durante el interrogatorio trató de justificar su conducta.

Por tanto, se entiende que sus "carencias arraigadas" por la falta de control de su ambiente familiar escolar "no desaparecen ni se superan con carácter definitivo", por lo que se considera que, "en interés del menor", este debe ser internado "para que se consolide definitivamente un cambio y se resocialice".