LONDRES, 26 Ago. (EUROPA PRESS) -
Amnistía Internacional denunció hoy que más de 35.000 personas han sido flageladas en Malasia desde 2002 y pidió al Gobierno del país que aprovechando el caso de la joven Kartika Sari Dewi Shukarno, condenada a seis azotes por beber cerveza, para abolir de forma definitiva este castigo.
La ONG, que acompaña su denuncia con fotos tomadas de personas que han sido objeto de esta práctica, considera que se debería aprovechar la atención internacional que ha suscitado el mencionado caso para acabar con este tipo de pena. Las imágenes tomadas por Amnistía muestran las cicatrices que la flagelación deja en los detenidos y muestran que los daños y cicatrices de tan sólo dos golpes de vara continúan meses después de haberse infligido el castigo.
"Estas imágenes muestran la cruel realidad de esta pena. Decenas de miles de personas de Malasia han sido sometidas a esta cruel forma de castigo, sin que se le preste atención ni dentro ni fuera del país", lamentó el Programa para Asia y Oceanía de AI, Sam Zarifi. "Ahora que la cuestión de la flagelación ha saltado a la agenda internacional, ha llegado la hora de que el Gobierno malasio actúe de inmediato para librarse por completo de esta lacra", pidió.
Una delegación de AI viajó el pasado mes de julio a Malasia, donde pudo tener acceso a tres centros de detención al sur de Kuala Lumpur. Allí pudo fotografiar a detenidos que, según afirmaron, habían sido flagelados mientras cumplían penas de prisión.
Según la ONG, la flagelación se utiliza como castigo sobre todo contra inmigrantes a los que se acusa de haber entrado ilegalmente en el país, a los que se les dan hasta tres golpes de vara, aunque la Ley de Inmigración de Malasia permite hasta seis golpes. En junio de 2009, el Gobierno malasio anunció que había condenado a 47.914 inmigrantes a ser flagelados por delitos de inmigración desde que entró en vigor, en 2002, la reforma de la Ley de Inmigración.
PETICIÓN AL GOBIERNO
Así las cosas, Amnistía Internacional pidió al Gobierno de Malasia que derogue todas las leyes que permiten la flagelación y otras formas de castigo corporal.
"La indignación que rodea el caso de Kartika destaca la necesidad de que el Gobierno malasio cese por completo la práctica de la flagelación", subrayó Zarifi.