TÁNGER (MARRUECOS), 9 (Del enviado especial de EUROPA PRESS, Julio de la Fuente)
Los cien jóvenes de la expedición Madrid Rumbo al Sur apuran sus últimas horas de estancia en Marruecos, antes de su regreso hoy a Ceuta, en medio un ambiente de unidad, compañerismo, pero también de cansancio y agotamiento tras 20 días de expedición y decenas de aventuras vividas.
Conscientes de que el viaje llega a sus últimas etapas, hacen balance de lo acontecido y comentan entre sí anécdotas del trayecto, recordando, sobre todo, los primeros días del desierto y las montañas del Atlas. Así, no olvidan los más de 50 grados soportados durante los primeros días, la tormenta de arena, los grillos que les invadieron durante la noche del 30 de agosto o los nauseabundos olores que han soportado en su recorrido.
Entre lo positivo, la mayoría de los chavales rememoran la "ebullición y diversidad" de los zocos marroquíes, la belleza de la playa de Sidi-Ifni, los "espectaculares paisajes" con los que amanecía, la posibilidad de contemplar un cielo estrellado, su fascinación por los camellos, la amalgama de colores de los trajes típicos o la cantidad de conocimientos adquiridos durante el viaje.
Muchos, la mayoría buenos estudiantes, habían analizado previamente la realidad de Marruecos y sus costumbres y ahora, durante estas tres semanas, han visto 'in situ' las fortalezas y adversidades del 'vecino del Sur'. En este sentido, han conocido las tradiciones de habitantes de diferentes regiones, las diferencias entre el campo y la ciudad, sus infraestructuras, su forma de vida y sus tradiciones.
Entre los problemas, los jóvenes de Rumbo al Sur han comprobado la carencia en recursos sociales, la violencia de género, las altas tasas de analfabetismo, la realidad de los 'niños de la calle' y la inmigración ilegal, gracias a las conferencias y su activa participación durante las visitas a varios proyectos de Cooperación que la Comunidad de Madrid ha puesto en diferentes localidades para ayudar a resolver algunas de estas situaciones.
De hecho, los jóvenes se toparon de frente con uno de estos problemas: la inmigración clandestina. En Tánger, ciudad con un importante número de desplazamientos por barco por su gran puerto, varios niños de unos diez años de edad quisieron colarse en los bajos de sus autobuses, lo que fue evitado por el equipo que capitaneó Telmo Aldaz, según relataron algunos expedicionarios.
CONOCIMIENTO EN MEDIO DEL SUBURBIO
La expedición Madrid Rumbo al Sur pasó la noche en una granja psicopedagógica de la Asociación para la Integración del Menor Paideia, ubicada en la región rural de Jemis Ánjra, y rehabilitado en los últimos dos año gracias a la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Comunidad de Madrid.
El centro está dirigido a menores en situación de grave riesgo social, principalmente niños de la calle con problemas de toxicomanía, y su estancia es temporal hasta que puedan reintegrase con su familia. La granja dispone de talleres de horticultura y avicultura como estrategias educativas y terapéuticas para los menores.
La asociación Paideia también gestiona las actividades impartidas en el Centro Ahdan, ubicado en el desfavorecido barrio Bendibane de Tánger. El centro, cuya construcción fue financiada por la Comunidad, Cooperación Española y el Ayuntamiento de Alcorcón, es una infraestructura compuesta de aulas de preescolar y alfabetización, promoción y formación de mujeres en actividades generadoras de ingresos. Al mismo tiempo, promueve el desarrollo de habilidades sociales y presta cobertura al encuentro entre las 160 mujeres que asisten regularmente como estrategia de socialización e intercambio.
El presidente de la asociación, Antonio Lonzano, explicó que este centro era necesario en la zona porque las tasas de analfabetismo entre las mujeres del lugar son superiores al 75 por ciento. "Este barrio se construyó sin control, sin autorizaciones ni alcantarillas y con infraviviendas. Gracias a las administraciones, hemos podido sacar adelante este centro en un lugar que antes era un basurero. El proyecto para el barrio ha implicado un cambio social importante", apuntó.
Las instalaciones cuentan también con un gimnasio, toda una novedad en la zona. "Hace tres años era impensable hacerle fotos a estas mujeres o que se pusieran un chandal para hacer deporte. Ahora, incluso se ejercitan en la cancha deportiva", indico Lonzano. También antes se encontraban con reticencias de sus maridos, pero ahora las animan a asistir porque pueden ayudar a sus hijos en la escuela sabiendo leer y escribir.
Éste es el caso de Alela, una marroquí de 72 años, que manifestó que le encanta venir al centro y aprender porque "es de gran ayuda" para su familia. La coordinadora de la escuela, Rahha Rkik, aseguró a Europa Press que la demanda de plazas aumenta cada año y es superior a la oferta, por lo que prima para su elección las necesidades de las mujeres, que sean del barrio y su capacidad económica. "Antes, estas mujeres siempre estaban en casa y se aburrían. Ahora, si aprenden a leer podrán ser más independientes", dijo.
Los profesores, a parte de enseñar árabe clásico y matemáticas, también realizan excursiones y pequeñas celebraciones con las mujeres y, frecuentemente, dinámicas del grupo. Allí, detectan problemas maritales y familiares, entre otros, en los que Paideia también se ofrece para proporcionarles consejo y ayuda. Además, el centro cuenta con dos aulas de atención de preescolar, que permiten el cuidado de 170 pequeños que todavía no pueden asistir a la escuela.
RUMBO AL SUR CON LOS PROYECTOS SOLIDARIOS
Por otra parte, un proyecto de colaboración entre la Comunidad y la campaña 'Un juguete, una ilusión' de la Fundación Crecer Jugando y Radio Nacional de España permitirá mejorar los recursos pedagógicos de las aulas de preescolar del centro a través de la donación e instalación de una ludoteca que entrará en funcionamiento durante el próximo curso.
Precisamente hace unas horas, los jóvenes de Madrid Rumbo al Sur hicieron la entrega oficial de los juguetes recogidos en al campaña en el centro próximo de Assadaka, un proyecto puesto en marcha con marcha con subvención regional también de Paideia y que pretende dar clases de educación no formal, talleres de formación profesional y servicios de residencia dirigidos a menores entre 8 y 15 años.
En gratitud por la visita y los juguetes, varios niños beneficiarios de estos proyectos organizaron un espectáculo musical, les dieron un obsequio y una rosa a los chavales, y compartieron con ellos la cena que inicia la ruptura del Ramadán al caer el sol.
Antes de partir hacia España, los jóvenes también tuvieron tiempo de conocer otro centro solidario situado en la Medina de Tánger, esta vez regido por los Hermanos de la Cruz Blanca, que atiende a discapacitados intelectuales profundos. Los chavales quedaron impresionados --con algunas lágrimas incluidas-- con la situación de estos enfermos y destacaron "el gran trabajo" que realizan los franciscanos para facilitarles unas buenas condiciones de vida.