PALMA DE MALLORCA, 13 Jun. (EUROPA PRESS) - El médico forense que practicó el levantamiento del cadáver y la autopsia al hombre presuntamente asesinado en Cala Millor en 2016 ha sostenido tajantemente este jueves que la versión de la acusada "no cuadra", entre otros motivos, porque encontraron heridas "incisas" y "demasiado rectas" para ser producidas por un animal, en las que parece que ha intervenido "un cuchillo afilado y de sierra". "¿Los perros saben manejar un cuchillo? No", así se ha expresado el médico, que ha declarado como perito en la cuarta sesión del juicio. En el banquillo se sienta una mujer rusa de 49 años, acusada de matar a su marido, de unos 70, presuntamente cortándole trozos de carne y dándoselo de comer a sus perros. La Fiscalía pide para ella 25 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. En la primera sesión del juicio, la acusada sostuvo que fue uno de sus perros --un pitbull americano-- quien atacó espontáneamente a su esposo. Contó que cuando el animal se abalanzó sobre el anciano, ella trató de interponerse y metió a su marido en el dormitorio para después encerrar al perro en el baño. Sin embargo, según su relato, el hombre abrió la puerta antes de que pudiera encerrar al can y el perro se lanzó sobre él. El médico forense ha rechazado esta versión. Según ha expuesto, las manchas de la cama confirman que el hombre estuvo sobre el colchón, con los brazos tendidos sangrando abundantemente. Una mancha en el cabecero apunta a que apoyó un brazo sobre la madera. Pero el médico ha sostenido que la víctima no pudo abrir la puerta del dormitorio por sí mismo, como contó la acusada, porque al tener los músculos desgarrados, no podría accionar el tirador. También era "difícil" que pudiera "tener fuerza para levantarse de la cama". "Él había perdido mucha carne, no es posible que él abriera la puerta", ha remarcado. El facultativo ha llamado la atención del Jurado sobre las manchas sobre baldosas y paredes, una con la huella clara de una mano. Según el experto, los restos de sangre indican que el cuerpo "lo bajaron de la cama", momento en el que un brazo cayó al suelo y provocó "salpicaduras". También ha señalado que el cuerpo "terminó primeramente bocaarriba" pero "posteriormente" se le dio la vuelta "y los perros siguieron mordisqueándole". El cadáver fue hallado bocabajo, con un gran cojín encima. El médico se ha preguntado también por la ausencia de salpicaduras en el sofá, por lo que cree que "esa versión [de la acusada] de que el hombre iba levantando los brazos no es factible". Además, ha remarcado que hay "manchas de escurrimiento" por la habitación que son "de arrastre". El experto considera que el hombre fue transportado de un punto a otro, porque en su estado él mismo no se podría arrastrar. Además, ha resaltado su delicado estado de salud, puesto que el anciano había sido operado de un cáncer de laringe y se le había practicado una traqueotomía, no tenía dentadura y sólo podía ingerir líquidos. A preguntas del fiscal, el médico ha mantenido que el cuerpo presentaba marcas que inequívocamente eran de cuchillos. El cadáver tenía heridas tanto incisas como contusas, y "está claro que los perros no hacen heridas incisas". En la casa se hallaron tres cuchillos ensangrentados: dos serrados, uno entre dos colchones, "junto con un montón de pelos de perro", y otro en el suelo del salón, cerca del cadáver; y uno de filo liso, sobre la encimera de la cocina. La separación entre las púas del colchón recogido en el dormitorio es de tres milímetros, y según el forense la distancia "coincide con alguna de las heridas". Por otra parte, el flujo hemorrágico le permitió diferenciar entre lesiones producidas cuando el hombre aún estaba vivo y otras posteriores a la muerte. Los médicos también han constatado lesiones en las que tienen "claro" que intervinieron los perros. Cabe resaltar que uno de ellos tenía un diente astillado. Preguntado por la defensa sobre por qué no llegó a realizar una pericial para cotejar las mandíbulas de los canes, el forense ha contestado que "los perros no estaban". Los animales desaparecieron de la perrera de Sant Llorenç en 2018, al parecer, sustraídos. CHOQUE HIPOVOLÉMICO Por la rigidez del cuerpo, los forenses sitúan la hora de la muerte entre las 09.00 y las 14.00 horas, si bien creen que es más probable que fuera en el tramo más temprano. En cuanto a la causa, concluyeron que fue un choque hipovolémico, es decir, que el hombre se desangró. El médico ha destacado que había unas 12 horas de diferencia entre la llegada de la comisión judicial y el momento de los hechos, y unas cinco horas desde la muerte hasta la llamada al 112. "En esas cinco horas, ¿qué hizo la señora, que no llamó al 061?", se ha preguntado. El forense ha expuesto ante el Jurado su intervención en la escena del crimen, con fotografías del cadáver y de la casa proyectadas en la sala. Durante la exhibición de las imágenes, la mujer ha comenzado a sollozar sonoramente tapándose la cara con un pañuelo. Después, la acusada ha intentado intervenir varias veces en la sesión, lo que ha provocado que el magistrado Jaime Tártalo le llamara la atención y le ordenase guardar silencio. También se ha hecho abandonar la sala a un testigo, amigo de la acusada, porque estaba comunicándose con ella desde uno de los bancos del público. Por otra parte, también ha declarado un psicólogo que examinó a la acusada después de los hechos, y concluyó que no presentaba "ninguna alteración psicopatológica en el momento de la exploración". También ha indicado que "no es una de las características psicopatológicas de un ataque de pánico" que el paciente "tienda a intentar suicidarse". El juicio continuará el lunes con la declaración de los especialistas de la policía científica y un perito de la defensa. Se prevé que concluya el martes con los alegatos del fiscal y la defensa y el turno de última palabra de la acusada.