MADRID, 24 Abr. (EDIZIONES) -
El bandy es una modalidad de hockey sobre hielo que sustituye el tradicional disco por una pelota por la que pugnan 22 jugadores, once por equipo, en una pista del tamaño aproximado de un campo de fútbol. Es uno de los deportes por excelencia de Suecia pero sus fronteras han permanecido circunscritas desde hace décadas a los países nórdicos. Hasta ahora.
Desde hace unas semanas, los deportistas nacionales se enfrentan a nuevos competidores: las selecciones de Afganistán, Somalia y Siria, formadas por refugiados, en un ejemplo de deporte como elemento de integración.
Primero fueron llamados "el equipo de los refugiados de África". Ahora, son un combinado nacional. El equipo somalí de bundy se está convirtiendo en el orgullo de los más de 3.000 refugiados de este país africano que viven en la ciudad de Borlange, epicentro del programa "Integración sobre hielo" por el que los más jóvenes "encuentran a nuevos amigos y comienzan a entender el lugar que ocupan en la cultura sueca".
"No me puedo creer que me consideren un modelo a seguir", declara Hasán Fatah, de 19 años, llegado de Somalia con solo 12 años, ahora jugador y ocasional entrenador de bandy. "Algunos de los jugadores han conseguido entrar en el instituto, y algunos incluso un trabajo. El objetivo era conseguir que alcanzáramos cosas, y lo hemos conseguido", afirma.
Abdirahman Barhadle, también de 19 años y jugador de bandy, se muestra optimista sobre su futuro. "Mi intención en la de estudiar Ingeniería Estructural en la universidad de Dalarna. No es que me preocupe el futuro, pero sí sé una cosa: voy a seguir jugando, y nuestros hijos serán jugadores de élite", asevera.
