MADRID, 3 Sep. (EDIZIONES) -
El hambre y la malnutrición matan a más niños que el conflicto que sacude Afganistán. En 2015, el número de niños que murieron como consecuencia de la violencia representó menos del 1 por ciento de los menores que se estima que mueren al año como consecuencia de la malnutrición.
Esta es la conclusión a la que ha llegado la Organización para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en su último informe sobre el país. Según el organismo, entre enero y junio de este año 388 niños han muerto y otros 100.000 se han visto obligados a abandonar sus hogares en busca de seguridad como consecuencia de los enfrentamientos entre los insurgentes y las fuerzas afganas.
Sin embargo, según OCHA, "son los peligros que no se ven los que están ocasionando una pérdida de vidas con una implacable ferocidad". Afganistán es el segundo país del mundo con una mayor tasa de muertes entre menores de 5 años. De cada mil bebés que nacen, 55 morirán antes de cumplir los 5 años, el 82 por ciento de ellos incluso antes de cumplir su primer año de edad.

De acuerdo con el Estudio sobre la Demografía y la Salud en Afganistán de 2015, el país contaba con 5,1 millones de menores de cinco años y registró 280.500 muertes entre este sector de la población, de las que 126.225 serían atribuibles a la malnutrición.
Este problema hace que enfermedades prevenibles y tratables como pueden ser la diarrea o la neumonía sean aún más peligrosas, ya que un niño malnutrido tiene menos fuerzas para combatir la enfermedad, que a su vez le hace más susceptible de convertirse en malnutrido.
CONTRIBUYE AL 45% DE LAS MUERTES DE NIÑOS
Así, según la OCHA, aunque raramente se cita como la causa principal, "la malnutrición es el factor oculto que contribuye a alrededor del 45 por ciento de todas las muertes de niños" en el país.
Según las estimaciones de la ONU, en Afganistán hay 2,7 millones de personas afectadas por malnutrición, incluidos un millón de niños menores de cinco años que se encuentran en situación grave y necesitan tratamiento.

Una reciente evaluación del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y sus socios encontró que el 40 por ciento de los afganos (11,3 millones de personas) padecen inseguridad alimentaria, mientras que la malnutrición crónica, también conocida como retraso en el crecimiento, afecta a más del 40 por ciento de los niños menores de cinco años.
Sin embargo, la falta de concienciación sobre el problema se ha convertido en una barrera a la hora de tratarlo, puesto que muchos padres no se dan cuenta de que la malnutrición contribuye a que sus hijos enfermen.
RIESGO DE MUERTE ENTRE MALNUTRIDOS
Dado que una vez que un niño está malnutrido tiene tres veces más riesgo de morir por una enfermedad común que si estuviera bien alimentado, y que si está gravemente desnutrido entre el 30 y el 50 por ciento mueren, movilizar y concienciar a las comunidades sobre el problema es fundamental.
También es crítico, según la OCHA, que se haga un seguimiento y observación regular de los niños para poder identificar cuanto antes los casos de malnutrición y tratarlos de forma inmediata.
Según un análisis realizado por el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), solo el 38 por ciento de las instalaciones sanitarias del país están ofreciendo servicios nutricionales. "Esta cifra es de lo más preocupante, teniendo en cuenta que las instalaciones sanitarias solo cubren el 60 por ciento de la población, en una estimación generosa", ha admitido la OCHA.

Además, solo el 50 por ciento de las instalaciones analizadas indican que su personal --médicos, enfermeras, matronas-- han recibido formación en nutrición en el último año.
Así pues, reconoce el informe de la OCHA, ante esta falta de cobertura y de formación del personal "no es sorprendente que solo el 35 por ciento de los niños con malnutrición severa aguda está siendo tratado y de ellos que solo el 25 por ciento logra curarse".
En julio el Grupo de Nutrición que engloba a las agencias y organizaciones que trabajan en este ámbito en el país elevó a 69 millones de dólares las necesidades financieras para tratar a 285.000 niños y 136.000 madres así como para fortalecer las medidas de prevención a través de enfoques tan simples como los suplementos de micronutrientes. Hasta el momento, solo se han recibido 56 millones.
ALGO MÁS QUE ALIMENTOS
Pero para hacer frente al problema de la malnutrición no solo hacen falta alimentos, ha subrayado la OCHA. Un reciente estudio de Acción contra el Hambre (ACH) en una localidad de la provincia de Balj puso de relieve la estrecha correlación entre las malas condiciones de agua, saneamiento e higiene y la malnutrición.
Tras distribuir filtros de bio-arena entre 1.000 familias entre marzo y junio para reducir la presencia de patógenos en el agua constataron que la incidencia de la diarrea acuosa entre los niños menores de 5 años disminuía un 70 por ciento y la diarrea hemorrágica en un 100 por cien. Una instalación sanitaria cercana también constató una reducción en un 50 por ciento de los casos de malnutrición aguda severa.
Ante estos resultados, ACH ha sostenido que las tasas de malnutrición en Afganistán solo se reducirán cuando las respuestas de emergencia basadas en la alimentación se combinen con un acceso seguro a agua y mejor saneamiento así como buenas prácticas de higiene. Por ello, la ONG está trabajando especialmente en programas de concienciación así como en la construcción y rehabilitación de pozos y letrinas.